La nota del diario Reforma afirma que el gobernador Carlos Joaquín pidió una investigación a fondo sobre el presunto “accidente” en uno de los barcos de la empresa donde participa el papá de Roberto Borge.
Lo que es totalmente explicable desde dos puntos de vista. El primero saber, de verdad, si es posible que pudiesen existir intentos de “sabotaje”, o atentados, como se prefiera llamar, en la entidad que gobierna. Y de ser así quiénes podrían estar detrás.
Esto, conocer la realidad, es la única forma de poder enfrentar cualquier riesgo en un Estado que vive del Turismo.
El otro razonamiento detrás de la decisión de pedir que intervengan autoridades federales, que la investigación sea totalmente transparente, es deslindar cualquier responsabilidad ligada a temas políticos.
Por eso participan, también, agentes del FBI en esta investigación. Para que todo quede frontalmente establecido.
Surgen preguntas. La primera si esto, de ser realmente un artefacto que explotó, que fue colocado intencionalmente en el barco, puede existir en Quintana Roo. En una entidad donde vivimos a salvo de cualquier incidente que pueda llamarse “terrorista”.
Hubo una manta. Estúpida, escrita con las patas, que no corresponde siquiera al estilo de los criminales a que estamos habituados, donde un supuesto grupo delincuencial afirmaba ser el autor de esto. Resultó una jalada, y ya fue descartado.
Entonces si no fue un asunto político, dirigido contra el papá del ex gobernador, ni una acción de los narcotraficantes presentes en el Estado, qué pudo ser. Porque la Naviera envió un comunicado asegurando que no fue un desperfecto.
La sola posibilidad de que se trata de un evento ligado al terrorismo internacional es aterradora. Porque vivimos del Turismo. Porque este tipo de riesgo sí que cancelan reservaciones en cualquier lugar del mundo.
De ahí que la investigación, federal, con participación del FBI según la información publicada, debe ir a fondo. Y sus resultados permitir tomar medidas de seguridad que harán muy complicadas nuestras rutinas y las de los visitantes.
Miles toman los barcos a Cozumel, a Isla Mujeres, todos los días. Lugareños y visitantes, tanto nacionales como extranjeros. Debe haber responsables de que esto pueda seguir sucediendo sin riesgo para la seguridad.
Para esto habrá que definir, antes que cualquier otra medida, responsabilidades. Qué le corresponde a la Secretaría de Marina, que es formalmente quienes están a cargo de los puertos en el país, qué a las capitanías de puerto, qué a la señora Ricalde o a quién esté en su cargo estatal.
Y estructurar todos, la Marina-Armada de México, los de puertos, las autoridades federales, estatales y municipales, planes de contingencia que tengan previsiones para todas las eventualidades. Y que definan, sobre todo, quién estará al mando en cualquier emergencia, cómo y dónde actuar cada uno de los responsables.
Lo que no existe.
Esperemos, por el bien de todos, que esta explosión no haya tenido vinculación alguna con terrorismo…
En Tuiter: @isabelarvide Blog: CambioQRR.com