El número de ejecuciones en Cancún durante este 2018 ya rebasó a la cantidad de días transcurridos. Y, obviamente, superó a los crímenes que sucedieron en 2017.
Ningún asesino ha sido detenido. Quiero creer que eso se llama impunidad. Y que es el factor que determina el aumento de los asesinatos es, justo, que no hay castigo para quienes los realizan. Ese es el verdadero círculo vicioso.
Que en otras partes del país haya muertos, tal vez más que en Cancún, no puede ser consuelo. La violencia es el gran hoyo del gobierno que encabeza Remberto Estrada.
Y que es tan grande como el bache, el mega bache que sintetiza su incapacidad. Un hoyo inmenso que no se ha preocupado en tapar, que impide el tránsito de vehículos y personas desde hace muchos años. Más grande que una casa, que cruza con su agua infecta la vida de los cancunenses.
Remberto dice que no le corresponde, que no tiene dinero, que no le interesa. Igual que con los muertos.
El director del Hospital General de Cancún, el doctor Christian Mantecón Domínguez, afirma que tienen que atender a un “baleado” diariamente. Lo que termina con sus recursos. El noventa por ciento de los heridos por bala son atendidos entre su hospital y el IMSS. Hay pacientes que le cuestan al Estado hasta 382 mil pesos porque deben permanecer, por sus heridas, un mes internados. Un día de terapia intensiva cuesta, por lo visto igual que en un hospital privado, aproximadamente 40 mil pesos.
¿Le importa este costo a Remberto?
Obvio que no. Como tampoco le interesa el mega bache que provoca todo tipo de enfermedades, incluido el dengue, por el agua estancada.
En 2017 Quintana Roo pasó del primer lugar nacional en impunidad al quinto. Porque aumentaron los índices delictivos en Coahuila, Estado de México, Tamaulipas y Baja California Sur, según un estudio de la Universidad de las Américas.
¿Qué quiere decir impunidad? Que los criminales pueden hacer lo que decidan hacer, contra quienes decidan hacerlo, sin que haya una respuesta por parte de las autoridades. Y aquí entramos al tema de la competencia. Porque los municipales, los estatales, los federales se reparten responsabilidades. Y el resultado es, insisto en el vocablo: Impunidad.
En el Estado la impunidad fue peor que el año pasado, aumentó un punto hasta sumar 77.33 por ciento. Esto quiere decir que, si bien nos va, uno de cada cinco delitos merece atención del aparato de aplicación de justicia en todas sus modalidades.
En Cancún hay un responsable: El presidente municipal. Que es la autoridad que está más cerca de la población. Y si los muertos no son de su incumbencia, si como se ha dicho están inmersos en el ámbito del crimen organizado, ya tendría que haber pintado su raya y pedir la intervención federal.
Aunque quién sabe si esto sirva para algo. Porque en el Estado hay 300 policías federales desde hace un mes, y no han bajado las ejecuciones. Aunque sí, hay que admitirlo, fueron eficientes en detener a un presunto delincuente que trabajaba bajo las órdenes directas del político del Partido Verde, en el Ayuntamiento de Benito Juárez.
Lo único cierto es que Remberto Estrada tiene un hoyo inmenso. Un bache lleno de agua infecta que se puede medir todos los días. Y otro, igual de inmenso, que es el número de cadáveres que se acumulan bajo su responsabilidad.
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