El gobernador llegó, sorpresivamente, temprano. La cita era a las nueve de la mañana, lo que fue entendido como que “más menos a las diez”. Sin embargo, Carlos Joaquín cruzó la puerta del Centro de Convenciones a las nueve treinta.
A partir de ese momento todo fue muy rápido. La tira, así, tira de papaya, fue levantada y en su sitio colocaron un plato con pollo. Menú del sexenio pasado, esa pechuga rellena con un amasijo de maicena y una plasta de papa a punto de fermentar, tan favorecida en eventos oficiales. El pan, que pena que ni siquiera se podía comer el pan, era de uno o varios días.
O sea, pan duro para los periodistas. Organizado, ordenado por la señora Haide Serrano.
Inmenso contraste con la voluntad del gobernador para convivir. Su paciencia para ir de mesa en mesa, saludando a cada uno. Tarea que le aligeraron las ausencias porque una tercera parte de las mesas se quedó vacía.
Sin embargo valió la pena la levantada porque el discurso del gobernador fue muy bueno. Sobre la libertad de prensa, pero sobre todo sobre la democracia. Y algo que pocas veces he escuchado en un gobernante: “salir a buscar la verdad”.
Ejercicio ajeno para muchos de los asistentes. Ejercicio, por el contrario, cotidiana para algunos de los reporteros ahí presentes. La verdad, esa utopía siempre lejana.
La tradición dice que en junio se conmemora la Libertad de Expresión. Carlos Joaquín insistió en que estos son momentos de reflexionar, de analizar cuánto debemos “cuidar, preservar la libertad de expresión”.
Una frase que Carlos Joaquín dice que una frase que siempre “va con él” es que “que no puede existir el ejercicio de la democracia sin el libre ejercicio de la libertad de expresión”. Habló de los periodistas que han sido asesinados “algunos”, entender bien, algunos por ejercer su profesión. Y aseguró que esto pone en evidencia que los mecanismos de protección no han sido totalmente eficientes.
No es un tema que sólo atañe a los medios, sino a la sociedad. Donde no hay libertad de expresión está ausente la democracia y no hay dignidad humana.
Aceptó, más que interesante, que todavía hay trabas para acceder a la información en instancias de gobierno… surge la pregunta, si hablaba de su gobierno o en general.
Preguntó, una vez más, cuánto se valora la libertad de expresión. Habló de las siete fuerzas políticas presentes en el Estado. Se refirió a una realidad que no entienden muchos, a un cambio dejando atrás prebendas y compra de voluntades… Fue un discurso excepcional… que se perdió en la Dirección de Comunicación Social.
Creo en el ejercicio pleno de la política, en la democracia que disminuye desigualdades, que permite que se pongan de acuerdo los que no piensan igual… aseguró el gobernador.
Porque pasaron las horas sin que hubiese una versión escrita del mismo. Porque lo único que hicieron, como si no fuesen tan importantes sus definiciones, fue subir una versión grabada de audio. Lo que, deberían saber en cualquier oficina de comunicación social, provoca que se infinitamente difícil escribir de esto, lo que obliga a, una y otra escuchar sin poder copiar textualmente conceptos. Qué pena que no respetasen el discurso de excelencia, pleno de definiciones. Suele suceder verdad Haide…
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