Un amparo es, justamente, un amparo.
Es decir, un papel escrito por un juez que evita que una persona sea detenida.
Por eso, porque traía su amparo bajo el brazo, el bofetadón que les dio a las autoridades el capitán Arturo Olivares Mendiola cuando trataron de detenerlo.
Mendiola puede no ser santo de devoción de ninguno, pero el absurdo de la orden de aprehensión por el tema tan desgastado de Héctor Casique, ya difunto, cuando hay tanto que perseguir en el Estado, no tiene calificativo.
Estaba amparado, y, además, respondió a quien intentó detenerlo, porque todavía quisieron bajarlo de su coche, que “de capitán a capitán” las estadísticas hablan.
Y tenía razón.
Su interlocutor, ahora en la policía ministerial, por eso de que todos los elementos policiacos parecerían ser “reusables”, era Juan Carlos García Miranda, que como Mendiola, fue titular de la policía de Benito Juárez.
De que con Mendiola hubo menos asesinatos, los hubo, menos en verdad.
Luego le reviró a Miranda, director de la policía ministerial en la Zona Sur, que él es de inteligencia por lo que le había “ganado”.
El asunto rebasa, con mucho, lo anecdótico. Porque demuestra que la policía, en general la policía tenga la credencial que tenga: federal, estatal, municipal, ministerial, la que sea, no está haciendo su trabajo. Porque lo que tenemos cada día son ejecuciones, sin que haya detenidos.
Una situación inédita que no se había vivido antes en Cancún.
Una realidad que todos padecemos, porque el miedo es igual para todos, porque la violencia afecta rutinas de convivencia social, libertades individuales, ingresos económicos. Que en esta crisis que vivimos, lo que realmente mueva a la policía ministerial sea un “arresto” por una supuesta acusación tortura, a una persona que fue, casualmente también ejecutada… no tiene calificativo.
Mendiola está en su papel. Y el ridículo hay que sumarlo a la falta de resultados en temas que son infinitamente más urgentes, más delicados, más sensibles para la población. A los policías que quisieron detenerlo les corresponde, supongo, investigar y detener a los asesinos de los más de 160 crímenes que llevamos en este año… Con uno o dos que detuvieran sería suficiente…
Tal vez Mendiola tenga razón y el tema sea de “Inteligencia”…
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