Como era de esperarse, en el discurso oficial del gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín, hubo advertencias: “El que la hace, la paga”.
Que tenían, obvio, destinatarios de todos conocidos.
No era para menos, dos de los exgobernadores, y vaya que es corta la historia de Quintana Roo como Estado, están en la cárcel.
Uno sentenciado por narcotráfico y otro en espera de ser juzgado por temas de dinero.
Esto explicaba las ausencias.
Extraño que no asistiese Miguel Borge, y triste que Pedro Joaquín insista en no poner pie en el Estado, al menos para eventos políticos.
Y Félix González tal vez decidió no ir a la ceremonia para no terminar en una pelea a golpes como la última vez.
Lo cierto es que en los años que lleva Quintana Roo con estatus político no se han preocupado los gobernadores de crear una “clase política”.
Ni con aquellos nacidos en el Estado, ni con quienes tienen derechos plenos pese a no serlo.
No encontramos grupos definidos.
Y las obras de los gobiernos parecen sepultarse entre el desarrollo.
Hemos crecido tanto que no recordamos, sobre todo las nuevas generaciones cómo era Quintana Roo hace pocos años, de ese tamaño ha sido el cambio, el desarrollo de la entidad.
Es la oportunidad para Carlos Joaquín.
Precisamente porque la mezcla de siglas partidistas que lo llevaron al poder, y el gran salto, obligado, que borra por razones obvias a un grupo en el poder, el de Félix y el de Borge, que sin deberla o porque estuvieron coludidos, tienen que pagar los pecados de sus jefes, deja un gran espacio.
Espacio propicio para que surja una nueva clase política quintanarroense que corresponda a nuestras nuevas realidades, tanto a la pujanza económica que sigue bendiciéndonos, como a los riesgos graves de la inseguridad, donde la “gente del gobernador” no tenga obligadamente que pertenecer a un partido político.
Espacio propicio para que PRI se deshaga de sus lacras, olvide el pasado, entienda los nuevos tiempos y abra sus puertas para los jóvenes que quieren algo distinto que la enferma ambición de poder de sus líderes.
Espacio que Morena, y su aliado PES, ya están utilizando, ya navegan con buen tino. Y que el VERDE puede comenzar a perder por la torpeza de sus rostros más visibles como Remberto Estrada.
Quintana Roo necesita una mayor, y mejor oferta política. Quienes entiendan los nuevos tiempos tienen, insisto, un espacio de privilegio.
Como fue en un principio cuando todo estaba por hacerse.
Y le corresponde, responsabilidad que no puede ni debe eludir, a Carlos Joaquín protagonizar un papel esencial en esto, en la impostergable creación de nuevos políticos y nueva política.