Dicen las mujeres que han parido que pueden volver a hacerlo porque la memoria les hace trampa, porque olvidan los dolores del parto y todas las incomodidades del embarazo. Sin embargo, en política deberíamos tener recordatorios precisamente de todo lo malo que hemos vivido, para que no se repita. Deberíamos hurgar y volver a hurgar en la herida abierta para que duela, para que la tengamos presente y no se convierta en nuevo “dolor”.
Porque tal parece, que el olvido se ha convertido en aliado de los protagonistas del pasado. Sobre todo en Quintana Roo.
¿O es que alguien se acuerda del gasto millonario, más de trescientos mil pesos mensuales sin contar la época de Carnaval, pagado a un modista yucateco para vestir a la primera dama siempre en competencia con la amante que viajaba en primera clase y compraba zapatos de mil dólares?
En contraste inmenso, tenemos a Gabriela Rejón. Es decir, la discreción. Y el trabajo. Así, como se escucha, discreción y trabajo. Punto.
Y vaya que se puede hacer mucho en Quintana Roo trabajando por los sectores más vulnerables. ¿En que se ha enfocado Gabriela Rejón de Joaquín? Me parece que dos de sus prioridades lo merecen: La mujer y la familia.
Mujeres de todo el país han llegado a nuestro estado a comenzar de cero, a iniciar una nueva historia. Y obviamente vienen con las manos vacías, muchas de ellas huyendo de maltrato. De ahí que requieran siempre apoyo oficial. Lo que se hace en el DIF para apoyar a las mujeres se magnifica porque, casi todas, son quienes mantienen la casa. Y son, también, quienes tienen doble jornada laboral, la del hogar y la de fuera.
Esta misma realidad, la de quienes llegan con un pasado a cuestas a convertirse en locales, tiene mucho importancia en el tema de las familias disfuncionales o que no existen más que en el nombre. Con los horarios de trabajo extendidos de los padres, son los niños y los jóvenes quienes están más expuestos.
Quienes hayan trabajado con menores delincuentes saben que todo comenzó con el abandono familiar.
Gabriela Rejón, ha entendido que la función del DIF es servir. Sin pretensiones de aparecer en las páginas de sociales, sin protagonismos vacíos, sin escaparates para vestidos y zapatos de lujo. Se trata, simplemente, de ayudar a los más necesitados. Y trabaja, como hormiguita, con ganas de hacerlo, con una sonrisa, con la mano extendida para todos.
Su discreción apoya, definitivo, a la imagen del gobernador Joaquín. Son puntos a tomar en cuenta. Son acciones que parecen no existir pero que en la contabilidad política definen la realidad.