Yo siempre he criticado a José Luis “Chanito Toledo Medina; lo he hecho de manera profesional. Cuando se inscribió como candidato a la alcaldía de Benito Juárez, lo titulé “Chanito engaña al INE”; luego demostramos que había entregado un acta de residencia falsa.
En fin, un tramposo, al mayor estilo de su ex padrino.
Sin embargo, debo admitir que, en esta ocasión, su manejo en el congreso, ante la ilegalidad morenista, ha sido el correcto, al defender la legalidad.
El ahora diputado encabezó una “clausura” simbólica del congreso y eso se lo aplaudo.
Aunque seguiré siendo crítico de su trayectoria, debe decirse que en esta ocasión pisotearon sus derechos congresistas y, peor aún, fue objeto de un abuso y una falta de respeto por parte de Gustavo Miranda, otro “chamaco verde”, quien encabezó “la otra vergüenza de Morena en el país”.
“Chanito” tenía derecho a ser escuchado, tenía derecho a debatir, o ¿Que no es eso lo que hacen los congresistas? Miranda lo dejó parado en tribuna, con el micrófono apagado, como si no existiera.
Apuesto que a Chanito le pasó por la mente ponerle una buena trompada a Miranda, pero José Luis si algo ha aprendido, son tablas políticas.
Creo que por primera vez en toda su trayectoria me sentí un poco representado por él.
¿Cuantas veces los ciudadanos tenemos que aferrarnos como “Chanito” a la tribuna para ser escuchados ante los oídos sordos de la autoridad?
Gustavo Miranda le debe una disculpa a él y, sobre todo, a los quintanarroenses.
El Congreso no es su casa; se comportó como un “dictadorcillo verde”, se mareó en la silla y se sintió no sé qué.
Debería entender que rinde un servicio a la ciudadanía; no es patrón, no es su empresa, y ahí no se hace lo que él diga, sino lo que la ley mande; el pueblo le confirió una responsabilidad, y bien remunerada, además.
El reto más grande de Gustavo “El Verde” Miranda será comportarse como un servidor público, ya veremos si lo logra.