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La impunidad de quienes se dicen empresarios

Escuche mientras lee: “Morir de Amor”, composición de Charles Aznavour, le sugiero la impecable versión de la orquesta de Frank Pourcel.

La impunidad es un cáncer que se fortaleció en nuestro estado a partir del arribo masivo de personas en busca de oportunidades lícitas y que desde luego, atrajo también a personas sin el menor escrúpulo, sujetoides que pretendieron ser “más inteligentes” y abusaron de la confianza y buena fe de muchísimos habitantes quienes sumaban ya algunos años de vivir en el paraíso.

A partir de entonces, se fortalecieron grupos de interés quienes operaron abiertamente a través del tráfico de influencias y de la corrupción más ramplona y cínica; fue entonces que muchos de ellos se hicieron funcionarios públicos, que operaron para presidentes municipales y hasta negociaron la entrada a la cárcel de algunos a cambio de negociar intereses muy personales; el mejor ejemplo de ello es la traición a Juan Ignacio García Zalvidea quien fuera a dar a la cárcel, resultado de las negociaciones de quienes en un inicio se dijeron sus amigos y terminaron negociando con el ex gobernador Félix González Canto.

Muchas de esas “personalidades” se han ido enquistando en el poder; el final, han fungido incluso como presidentes municipales interinos, notarios públicos, dueños de medios de comunicación, titulares de despachos de abogados, consultores en temas ambientales, concesionarios del servicio de recolección y disposición final de residuos sólidos urbanos, concesionarios de la operación de los rellenos sanitarios; pero en todos los casos; ninguna de las acciones que instrumentan se cumplen en el marco de la legislación o reglamentación del caso, porque sólo fue el resultado de actos de corrupción al amparo del tráfico de influencias.

Cuando el poder se plagó de delincuentes quienes se dedicaron a pactar con otros pseudoempresarios el saqueo aberrante del estado, desde Quintana Roo se envió un mensaje de impunidad, se invitó a cualquier “hijo de vecina” a operar el negocio ilegal que tuviera en mente, siempre y cuando “se reportara” con quienes detentaban entonces el poder público.

LA IMPUNIDAD HOY

El muy lamentable evento que se registró la noche del martes 2 de julio de 2019 en la colonia Santa Fe de Cancún, y es un excelente ejemplo de cómo la impunidad sigue operando en el estado; ya no dictada o solapada por la actual administración, sino como resultado de la presión que ejercen quienes se niegan a soltar el poder, me refiero a los ex gobernadores Félix González Canto y Roberto Borge Angulo, quienes siguen operando grupos delictivos en el estado con objetivos varios que son perfectamente detectables y para quienes, invertir lo que sea necesario en armamento, capacitación y hasta menajes de casa para traer a la peor ralea de la delincuencia en el país, para ellos, sigue siendo un negocio rentable.

Los objetivos; el primero, desde luego, lucrar, no hay negocios más lucrativos que los ilegales porque, de entrada, no pagan impuestos, pero además, a través de una campaña de terror, es simple seguir abusando de quienes trabajamos legalmente, pagamos impuestos y nos preocupamos por generar fuentes de empleo.

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Pero además tiene el objetivo de desestabilizar, de fracturar el necesario pacto que debe prevalecer entre los servidores públicos y los ciudadanos; a ello dedican también los recursos que sean necesarios.

Los negocios hoy, están siendo encabezados por personas que no tienen ni siquiera una idea de lo que es la ética o la moral –y no me refiero al término peyorativo de ‘moralino’, pero sí a una actitud que, en el marco del estado de derecho que permita a quienes destinan sus haberes a la generación de negocios lícitos, obtener las ganancias lícitas y bien merecidas del esfuerzo honesto-.

Lo que tenemos hoy disfrutando de las mieles de los negocios en Quintana Roo es a una suerte de advenedizos, descastados, improvisados y hasta ignorantes sujetos quienes se imponen por la fuerza de las armas, el chantaje, la corrupción, la amenaza y la vil tranza, la más ramplona, la más vulgar.

Nos hemos hecho rehenes de esta oleada de vulgares malhechores, los hemos hecho presidentes municipales, diputados federales o locales, funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno.

Los hechos ocurridos el negro martes, los que nos pusieron muy mal ante el mundo entero por el “récord” que representa el número de personas privadas de su libertad debe ponernos, no sólo a pensar sino en acción; debemos exigir, sobre todo a nuestras autoridades municipales, que cancelen las concesiones que han entregado a estas ratas de traje caro, que despidan a quienes se han quedado enquistados en la administración pública y que son el enlace, aun por encima del o de la propia(o) presidente municipal, con la delincuencia que tranquilamente camina por nuestras calles.

El territorio es nuestro, la administración pública también debiera serlo, no hay mayor poder que el de la ciudadanía organizada, si pretendemos acabar con el creciente mar de impunidad, es necesario dar los primeros pasos, sin confrontarse, sin usar sus mismas armas; a los mexicanos nos queda la denuncia, pero sobre todo, la dignidad de aislar a quienes sabemos, delinquen; dejemos de ser cómplices de quienes matan a nuestros hermanos, hijos, nietos.

Buongiorno.

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Publicado por
Redacción Quintana Roo
Etiquetas: encorto