Independientemente del resultado de la consulta, el próximo gobierno empezará con el pie izquierdo su administración.
Después de tres intentos, logré encontrar mi casilla para la consulta. Una consulta sin folios, con 1,800 boletas para una ciudad con cerca de 1 millón de personas.
Una pregunta sesgada, los casillistas muy amables pero platicando con los votantes, distraídos de cuidar el orden y los procesos. Los votos contados en el momento en que se emitían. Sin ningún observador, trabajadores del gobierno federal contaban durante el día los votos y hasta compartían cómo iba la votación.
No sé si me frustra más la pregunta de la consulta o el sentimiento de que el gobierno entrante cree que somos tontos, y que pensamos que nuestro voto será tomado en cuenta.
Con esta consulta, el gobierno entrante da el mensaje que hará lo que le da la gana y tomará las decisiones que quiera legitimándose mediante ejercicios pseudodemocráticos y poco claros.
Esta consulta más que legitimar el resultado, ha generado más divisiones y demostró que López Obrador y su equipo no están preparados para gobernar, ya que ni organizar una consulta pudieron hacer. No pudieron desarrollar una página web con la capacidad de recibir a los millones de votantes que quisieron salir a votar. Que toma sus decisiones con base en lo que a ellos se les ocurre, ignorando los más de 15 años que se han tomado para estudiar ese proyecto.
Una vez más, no queda claro si el gobierno entrante está en desacuerdo con las formas en que se licitó esta obra, o si solo quiere asignar este proyecto a sus amigos y a grupos cercanos a él.
En todo caso, lo conducente sería que se investigue y castigue a los corruptos y que hagan nuevas licitaciones en donde se acredite que existió ilegalidad o corrupción.
Pero lo que no se vale, es que se lleve entre las patas a un proyecto de esa magnitud, tan necesario para el crecimiento de México y con ello a los millones de pasajeros mexicanos y extranjeros que viajan todos los años. Ya ni hablar de la credibilidad, la estabilidad macroeconómica y la confianza de los mercados que tarda años en consolidarse y que toma solo un segundo desaparecer.