El Tercer Informe de la Gobernadora Mara Lezama dejó claro que la justicia social no es un lema vacío, sino el principio rector de su administración. Los resultados lo prueban: la pobreza en Quintana Roo se redujo en 9.3 puntos porcentuales, lo que significa que más de 177 mil personas dejaron atrás esa condición. Es el nivel más bajo en 15 años y coloca al estado como referente nacional en materia social.
El compromiso con las mujeres ha sido consistente. Quintana Roo fue el primer estado en sumarse a la “Red Nacional de Abogadas de las Mujeres”, con 15 profesionales que brindan asesoría gratuita y acompañamiento a víctimas de violencia. A ello se suma el programa “Mujer es Poder”, con más de 50 mil becas entregadas que han abierto oportunidades educativas y laborales. En la zona maya, el programa “Artesanas del Bienestar” ha brindado insumos y capacitación para transformar oficios tradicionales en proyectos productivos.
La justicia social también se refleja en infraestructura y servicios. Se han construido 1,109 domos escolares, muestra de una gestión capaz de transformar demandas en obras tangibles. Además, gracias a la coordinación con el gobierno federal, avanza el Puente Nichupté con un 77.8 % de progreso. Esta obra, libre de peaje y diseñada con criterios ambientales, reducirá hasta 45 minutos de traslado entre la zona hotelera y Cancún, ejemplo de una gestión eficiente y estratégica.
En salud, la gobernadora ha impulsado la modernización de hospitales: equipamiento en el Hospital Oncológico de Chetumal, nuevas áreas de resonancia y hemodinamia en Chetumal y Cancún, además de la rehabilitación de quirófanos en Kantunilkín, José María Morelos, Nicolás Bravo y Tulum.
Todo esto se articula bajo el Nuevo Acuerdo para el Bienestar y Desarrollo de Quintana Roo, un modelo de gobernanza que se distingue por la participación ciudadana y la transparencia. La ausencia de observaciones de la Auditoría Superior de la Federación confirma que los recursos se ejercen con eficiencia y honestidad.
Las abogadas de las mujeres, las becas, las artesanas mayas, los domos comunitarios, los hospitales rehabilitados y el Puente Nichupté no son solo programas: son símbolos de un estado que decidió transformar la vida de su gente con políticas públicas tangibles.
La transformación hoy se palpa en la mujer que estudia gracias a una beca, en la comunidad maya que vende sus bordados, en la paciente que recibe un diagnóstico oportuno, en el joven que entrena bajo un domo o en el automovilista que transitará por un puente más seguro. Ahí late el verdadero rostro de la justicia social.
Los logros no son solo cifras: son vidas que cambian y sueños que se abren. Este camino tiene un sello inconfundible: el liderazgo cercano y humano de Mara Lezama, reconocida como la gobernadora mejor evaluada del país. En cada acción de su gobierno palpita la confianza de la gente, la fuerza de las mujeres y la certeza de que la transformación llegó para quedarse.
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