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Hablando de política y democracia

Mi nombre es Pedro Joaquín Delbouis y tengo 39 años de edad. Soy empresario y Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Anáhuac. Soy quintanarroense por nacimiento y cozumeleño en quinta generación.

Creo firmemente en la democracia. Con sus altas y bajas. Con sus virtudes e imperfecciones. Pero siempre con su constante y permanente búsqueda a un mejor presente y futuro para con sus ciudadanos, a través del sufragio popular.

Todo estudioso sobre sistemas políticos comparados puede decirle que una parte esencial en un régimen político es su sistema de partidos. Todo estudioso de regímenes políticos opina que todo sistema electoral necesita de partidos políticos para subsistir.

Yo, en lo personal, no tengo elementos para diferir con los más ilustrados en esta materia. Sin embargo, también podemos citar al gran Anthony Giddens y, mencionar la disminución de la fuerza de los partidos actuales en tiempos actuales. De la desaparición de las fronteras ideológicas entre dichos partidos y, el surgimiento de nuevas fuerzas electorales y políticas, más encaminadas a programas y políticas públicas menos ideológicas, mucho más pragmáticas.

Por eso, creo que el hoy de la democracia mexicana está aglutinado en torno al Ciudadano. No entorno a los partidos políticos.

En pocas palabras; hoy es el día del ciudadano, no de los partidos políticos. La próxima elección nos lo vislumbra muy claro.

Además, creo que existe un nuevo ingrediente muy valioso en la democracia mexicana hoy en día. Dicho ingrediente adicional parte invariablemente de esa prioridad ciudadana en el sistema de partidos actual. Una consecuencia grata y fructífera sin lugar a dudas.

Me refiero a la actual demanda ciudadana de exigir el combate directo y profundo contra la corrupción en México.

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La ciudadanía mexicana muestra un interés casi religioso en buscar a todas maneras y en todos los niveles, el fin de la corrupción en el gobierno. ¡Qué bueno que así sea!

Hace un poco más de una década, un funcionario público que predicaba con el ejemplo, con el buen ejemplo de tener una conducta ética y honesta, tenía muy poca valoración popular entre las diversas virtudes de los candidatos a ser elegidos como gobernantes.

La ciudadanía mexicana de antes, de no hace mucho, parecía poner por encima otro tipo de virtudes en nuestros políticos antes que la ética o la honestidad. Como si fuera parte importante de la idiosincrasia mexicana, la corrupción, tenía una mucho menor importancia entre los votantes, que la que tiene hoy en día. Precisamente hoy, eso, parece haber cambiado.

No existe ningún elemento, ni promesa más buscado por el electorado mexicano que el compromiso de un gobernante en contra de la corrupción. En contra de la deshonestidad y la falta de ética.

Yo me considero parte de esa nueva mentalidad en nuestro país. De esa nueva mentalidad que arrastra a toda la ciudadanía mexicana en busca de tener y recibir gobernantes con compromisos éticos y honestos inalienables.

Políticos honestos que no vengan a robar, que vengan a trabajar. Para que, finalmente, México pueda darle la vuelta a ese añejo flagelo llamado corrupción de una vez por todas.

Creo que estamos ya en ese camino. En ese trayecto, y no hay vuelta atrás.

Político, servidor público o gobernante que no tenga ese compromiso ético, está destinado a morir políticamente. De manera lenta o rápida, dependiendo el caso o la región seguramente. Pero la ¨muerte pública¨ llegará sin lugar a dudas.

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La ciudadanía de México no lo tolerará más. Esa es la realidad actual de la política mexicana.

¡Bravo!

¡Bravo México!

Agradezco mucho a la familia Cantón por la oportunidad de poder escribir en este gran diario.

Por: Pedro Joaquín Delbouis

Publicado por
Redacción Quintana Roo
Etiquetas: encortoportada