Hasta ahora, la organización transatlántica ha definido cinco áreas operativas para sus actividades militares, a saber, tierra, mar, aire, espacio y ciberespacio. Pero para las cabezas pensantes de la alianza, los conflictos presentes y futuros ya no serán sólo “cinéticos”, es decir, confinados al movimiento y la destrucción física, sino que se ubicarán y se ganarán en otro lugar y todo esto se explica en una publicación llamada Cognitive Warfare publicada a finales de 2020. Con un objetivo: Hacer de todos nosotros un arma.
La idea es explotar las vulnerabilidades del cerebro humano para hackear al individuo con el fin de implementar una ingeniería social completa que, en definitiva, permitirá derrotar a un adversario según el principio fundacional de Sun Tzu. El cual es el arte supremo de la guerra el cual es someter al enemigo sin luchar.
Por supuesto, no hay nada revolucionario en este concepto de guerra de información en sí mismo. Siempre ha existido. Pero más allá de la guerra de la información, la revolución en la tecnología de la información permite manipulaciones cognitivas de un nuevo tipo, a una escala sin precedentes y muy elaborada.
En una discusión de expertos celebrada el 5 de octubre pasado, el reportero de The Gray Zone Ben Norton, nos informa, que se trata de aprovechar los macro datos. Generamos datos donde quiera que vayamos. Cada minuto, cada segundo, nos conectamos a Internet y es muy fácil aprovechar esos datos para conocerte mejor y usar ese conocimiento para cambiar tu forma de pensar. La guerra cognitiva no es solo una lucha contra lo que pensamos, sino más bien una lucha contra nuestra forma de pensar, para cambiar la forma de pensar de la gente.
El uso militar de la nanotecnología, la biotecnología, la tecnología de la información y las ciencias cognitivas (NBIC), que, integradas en el marco de la guerra cognitiva, pueden constituir un medio seguro de dominación militar en un futuro próximo.
Todo el mundo es un objetivo, todo el tiempo. El verdadero objetivo es, el espíritu humano y más allá del humano en sí mismo. Esta es una guerra contra nuestro procesador individual, nuestro cerebro.