En la vida pública hay una premisa que no podemos olvidar: sin formación no hay transformación.
Los cambios reales, los que dejan huella en la historia, no se construyen únicamente con voluntad política o discursos bien elaborados.
Se forjan con conocimiento, con preparación y con la capacidad de entender que una sociedad informada y crítica es la base de toda democracia sólida.
En Quintana Roo, vivimos tiempos donde la justicia social es el centro de las decisiones.
Sin embargo, para que este principio no quede solo en buenas intenciones, debemos formar a las y los ciudadanos en valores cívicos, en educación política y en conciencia social.
Una persona que entiende sus derechos, que conoce los procesos legislativos y que se involucra en la vida pública, se convierte en agente activo de la transformación.
La Cuarta Transformación no se trata únicamente de un cambio de gobierno; es un cambio cultural, de mentalidad, de poner al pueblo en el centro.
Y ese cambio necesita preparación.
En el Congreso hemos entendido que el aprendizaje no se limita a las aulas; también está en los foros ciudadanos, en las capacitaciones comunitarias y en los espacios de diálogo donde las voces diversas tienen cabida.
Decir que “sin formación no hay transformación” no es una frase hecha.
Es reconocer que ningún proyecto político puede sostenerse sin el acompañamiento de un pueblo informado.
La justicia social no se decreta: se construye, y el primer ladrillo de esa construcción es el conocimiento.
Por ello, seguiremos impulsando espacios de aprendizaje que fortalezcan a la ciudadanía, convencidos de que el futuro de Quintana Roo se escribe con ideas claras, con preparación constante y con la certeza de que solo un pueblo formado puede transformar su realidad.