Se les advirtió que las malas decisiones de política pública podrían tener consecuencias, pero como decía mi abuela: no hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla. En los últimos días, nuestro país ha vivido un escenario económico tremendo, desde tensiones comerciales con EUA hasta la degradación de nuestra nota soberana.
Es un hecho que México necesita recuperar el rumbo hacia el crecimiento sostenido e incluyente; pero, desafortunadamente, esto no podrá suceder si nuestros funcionarios continúan manteniendo una transparencia color chapopote y engañando al Presidente.
La coyuntura nacional nos muestra que el camino que decidió tomar la actual administración es bastante preocupante. Estoy convencida en que todos tenemos que ser solidarios con mi paisano el Presidente; sin embargo, eso no significa que no alcemos la voz ante la incapacidad de nuestros funcionarios, y mucho menos, darles carta abierta para volver al Estado mexicano un circo de ocurrencias donde los principales protagonistas son la falta de transparencia y de legalidad.
Los proyectos de infraestructura impulsados carecen de planeación; de ahí que un grupo de organizaciones hayan iniciado un juicio de amparo, no sólo para parar la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, sino directamente contra la cancelación del de Texcoco. Por otro lado, está la Refinería de Dos Bocas, la cual decidieron iniciar sin contar con los estudios que mandata la ley, particularmente el de impacto ambiental.
Así, las consecuencias llegaron. ‘Fitch Ratings y Moody’s’ degradaron nuestra nota soberana y la de nuestras principales empresas productivas, debido, principalmente, al deterioro del perfil crediticio de Pemex, ocasionado por la pérdida de inversiones y un modelo de negocios que aún no convence a nadie.
A pesar de estos días negros en materia económica, yo mantengo la tesis que si reactivan el proyecto de Texcoco, las rondas petroleras y las subastas eléctricas, podríamos recuperar la confianza que hemos perdido en estos últimos meses. Por eso insisto, para que se pueda retomar el rumbo correcto del país que merecemos, el único camino es consolidar la política de apego a la legalidad y total transparencia que se prometió durante la campaña. De lo contrario, en menor tiempo y plazo de lo que creemos, perderemos la estabilidad que aún gozamos, y las inversiones y empleos que aún tenemos.