El día de ayer asistí a la ceremonia de presentación del Plan Nacional de Refinación en el Puerto de Dos Bocas. Paraíso es un lugar muy especial para mí y del profundo amor que tengo por esta tierra, es que surge mi preocupación por la falta de información y contradicciones sobre aspectos claves de esta obra.
Primero, su costo y tiempo de ejecución, que, según el presidente López Obrador, se estima en 8 mil millones de dólares para finalizarla en un plazo no mayor a tres años. Sin embargo, especialistas, como la consultora Wood Mackenzie, estiman pueda ser de entre 5 y 6 años, y eso bajo condiciones ideales que no consideran contratiempos.
Otro asunto es la adjudicación. Recientemente, el Congreso de Tabasco aprobó que, localmente, se pudieran otorgar de manera directa obras de construcción. Esta medida no sólo va en contra del artículo 134 de la Constitución, sino que ignora las recomendaciones de la OCDE para el fomento de una competencia eficaz en las compras públicas y la reducción del riesgo de colusión en los procesos de adquisición.
Finalmente, considero alarmante que el Gobierno Federal no ha publicado ningún estudio que mida el daño al medio ambiente; sin embargo, sorprendentemente, ya se comenzaron a desmontar más de 300 hectáreas de selva que existen alrededor del terreno donde se construirá esta obra.
Para obtener más información, como ciudadana, la semana pasada registré 31 solicitudes de acceso de información a las diversas entidades relacionadas con esta obra. Sin duda, la respuesta que recibí de PEMEX fue muy alarmante, pues me informaron que ¡no hay un solo permiso, licencia o concesión que se le haya entregado para la construcción de esta refinería!
A pesar de la urgencia de reactivar la economía de Tabasco, me parece escandaloso que se comience la construcción de una refinería sin permisos. Como legisladora y tabasqueña, soy la primera interesada en impulsar nuevos motores en mi estado, pero como economista, sé que los métodos utilizados no abonan a la estabilidad económica. Por eso, como dice Chabelo: vamos a ver cómo es, el reino del revés.