La mancha de sangre en labconciencia de la humanidad Cada sociedad, cada país tiene al menos dos bases fundacionales: una ideología oficial y un cierto número de mitos fundacionales y estos mitos pueden o no estar muy cerca de la verdad histórica.
En el caso de Occidente, la ideología oficial es la democracia liberal occidental basada en la glorificación del capitalismo y los valores de libre mercado. Sin embargo, si miramos bajo las cobijas, por así decirlo, encontramos que, desde su nacimiento en la Edad Media, el mito fundacional de Occidente ha sido el excepcionalismo y su inevitable subproducto, el imperialismo. Y no importa la palabrería en la que se ha envuelto este mito. Pueden ser las locas afirmaciones de autoridad universal del papado, los llamados valores universales también conocidos como derechos humanos de la masonería, la superioridad racial de los nazis o la agenda globalista de las financieras transnacionales.
Esto no significa, sin embargo, que actualmente no exista una ideología. Sí existe, pero está abiertamente basado en el
odio al otro. Me refiero, por supuesto, a la ideología Woke que se expresa con tanta fuerza en las acciones de la administración Biden.
La ideología Woke difiere de sus predecesoras no en su odio subyacente al “otro” todas las ideologías occidentales anteriores
también se basaron en este odio al otro, sino en su proclamación incondicional de este odio.
Se podría decir que la ideología de Woke sigue el o estás con nosotros o con los terroristas. Y como todas las ideologías occidentales, la ideología Woke no solo exige que aceptes una mentira, muchas mentiras, de hecho, sino que la proclames alto y claro. Y, por supuesto, cuanto más grande es la mentira, con más vehemencia se proclama urbi et orbi.
No sólo se proclaman falsedades, sino que la noción misma de verdad ha perdido todo significado. Mientras queen el pasado los líderes de Occidente proclamaron e incluso impusieron ideologías basadas en mentiras, hoy estos mismos líderes han eliminado
fundamentalmente el concepto mismo de verdad.
En otras palabras, vivimos hoy en una sociedad abiertamente basada en la mentira la cual debe considerarse como la única
verdad.