Criaderos: una realidad de maltrato animal que debemos erradicar
Por Sara E. Rincón
De solo escuchar la palabra criadero me da escalofrío. La mayoría de estos lugares son verdaderas cárceles para perras y gatas, explotadas de manera indiscriminada para producir camada tras camada hasta morir agotadas. Las crías, muchas veces, mueren por desnutrición, falta de atención veterinaria o son eliminadas por no ser “las mejores” de la camada.
En mi experiencia, he visto casos que me marcaron. Años atrás, abandonaron en mi clínica un bulldog al que le habían cortado tanto los párpados que ya no podía cerrar los ojos. Mi hija lo adoptó, pero desgraciadamente falleció tiempo después.
En esa misma época recibí una denuncia sobre un criadero de bulldogs donde, según el denunciante, los cachorros que nacían débiles o enfermos eran asesinados inyectándoles cloro. Lamentablemente, por miedo, la persona nunca reveló la ubicación y no se pudo actuar.
La realidad es que la mayoría de los criaderos operan en la clandestinidad. Hoy en día venden animales por internet o redes sociales y, cuando llegan a sus compradores, muchos están enfermos, infestados de parásitos, desnutridos y sin vacunas. Algunos ni siquiera son de la raza prometida. El resultado: compradores estafados y cientos de perros y gatos condenados a una muerte prematura.
En varios países ya se han desmantelado criaderos donde encontraron hembras muertas junto a sus crías, cachorros vivos y muertos en el mismo encierro, alimento podrido, ausencia total de agua y animales viviendo entre sus propias heces. Muchas hembras mueren jóvenes por el exceso de partos y montas, y lo mismo sucede con gatos.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
La primera acción es no comprar animales provenientes de criaderos. Si buscas un perro o gato de raza, acude a la asociación canófila de tu país, donde las crías provienen de animales que viven en hogares y se reproducen con un máximo de tres camadas.
El 99% de los criaderos en México son ilegales y un foco de enfermedades zoonóticas. Debemos denunciar a la Fiscalía, cerrar estos lugares y rehabilitar a los animales que se puedan rescatar. Sin embargo, muchos llegan con un grave deterioro físico y emocional, lo que dificulta su adopción.
PROPUESTAS PARA CAMBIAR ESTA REALIDAD
Erradicar los criaderos clandestinos no es solo un acto de justicia hacia los animales, sino una medida para construir una sociedad más empática, responsable y segura. Los animales no son mercancías: son seres vivos que merecen respeto, cuidados y amor.