En el mundo hay muchos tipos de personas con valores y mentalidades diferentes, desde la gente noble y honrada hasta las personas deshonestas y crueles. Estas actitudes dependen de varios factores, pero los más importantes son el ambiente donde se vive y las enseñanzas y crianza de los padres. Pero, ¿y si hubieran factores no sociales o familiares que afecten la conducta de las personas en ciertas circunstancias? Esa es la cuestión que mucha gente llega a vivir en su día a día, y todo eso tiene su origen en las condiciones, que son situaciones que definen a un ser por sus características. Hoy hablaremos sobre el autismo. El autismo es una condición que está relacionada con el desarrollo del cerebro, afectando la percepción del entorno donde está la persona, la gente, las cosas, etc. Algunos de estos signos llegan a definirse mejor a los dos años de edad siendo algunos como el poco contacto visual, no entender el lenguaje físico, sorprenderse por ciertas cosas y las preferencias por ciertos alimentos. El autismo tiene dos posibles orígenes: el genético y los ambientales. En el lado de genética está el hecho de que varios genes diferentes parecen estar relacionados de una u otra forma con el espectro autista, lo que determina la gravedad de los síntomas. Por otro lado, están los factores ambientales, los cuales los expertos especulan si factores como infecciones o complicaciones durante el embarazo pueden afectar en qué el autismo se haga presente. Se puede llegar a ayudar a las personas con esta condición de manera eficiente. Las intervenciones tempranas son muy útiles para saber desde un inicio que hacer para mejorar el desarrollo lingüístico, habilidades y conducta de quién lo padezca. Si bien una persona que padezca autismo no dejará de tener esos síntomas, si podemos ayudarlos a trabajar en ellos de la mejor forma para que puedan tener una vida lo más normal y plena posible. Tal vez no tengamos el poder de hacer que todos cambien, pero un pequeño cambio en nosotros hace la diferencia.