La deshilachada oposición al gobierno de Andrés Manuel López Obrador acabó este domingo regalándole la mejor validación posible: en términos numéricos, ideológicos, programáticos y políticos se mostró tan precaria y desorganizada (con visos de involuntaria comicidad en algunos momentos de pleitos internos en el tapanco mareador en la Ciudad de México, o con manifestantes pugnando por echar de la marcha a Vicente Fox en León) que acabó por confirmar la supremacía actual (que, obviamente, no puede ser eterna) del andresismo-morenismo y la persistente incapacidad de estructurarse y alcanzar banderas políticas que prendan por parte de los opositores que, sin embargo, se mueven…/
Lo sucedido ayer estaba más que previsto, pero la desesperación de los “estrategas” de la oposición a AMLO les llevó a casi repetir el escenario de fracasos anteriores. Hubo más gente que en la manifestación antiamlista previa, pero en una proporción que ni siquiera de manera representativa corresponde a la baja en encuestas de opinión pública que las firmas del ramo comienzan a adjudicarle al político tabasqueño./
No tienen líderes: Felipe Calderón Hinojosa no se atrevió a ir al Monumento a la Revolución ni se incorporó en algún tramo rumbo al Ángel de la Independencia. Sabe que su activismo es repelido por manifestantes que no están de acuerdo con su desconchinflada pretensión de armar un partido familiar, denominable México Libre (¡salud, podría ser uno de los rubros de mejoría que prometiera la nueva organización felimargarista)./
Lindando con lo grotesco, Chente Fox fue conminado, megáfono en mano, a que abandonara una marcha en León, Guanajuato, que no quería ser utilizada ni mal entendida a causa de la presencia de “políticos”, pero el rechazado expresidente se aferró a participar, entre entercadas menciones de “ni madres”. Y en la Ciudad de México uno de los personajes que lideraron fue el conductor de noticieros Pedro Ferriz de Con, quien aspiró a ser candidato presidencial sin partido./
Y, salvo la coincidencia coral en algunas consignas, y el rechazo a López Obrador en distintas formas y modos, no hubo ni hay ninguna propuesta política viable, un plan real de construcción de una organización opositora en serio. Desahogo, en todo caso, es lo que hubo. Contrastante en número, actitud y fuerza respecto a la marcha del día anterior, el sábado del orgullo gay que mostró a una comunidad dispuesta a defender sus derechos y a ensanchar caminos de visibilidad y participación en los asuntos públicos. Y es de suponerse que apabullada será esa marcha de opositores al andresismo cuando se realice, hoy, la concentración masiva en el zócalo capitalino./
Pero, como se apuntaba líneas atrás: y, sin embargo, se mueve. No debe centrarse el análisis en la marcha sabatina en sí (que en Monterrey tuvo como eje al Congreso Nacional Ciudadano, dirigido por el extraño personaje llamado Gilberto Lozano, mientras en Morelia, por ejemplo, participaba la hermana de Felipe Calderón, llamada Cocoa).
Más allá del resultado de estas movilizaciones en las que son visibles los intereses de grupos políticos específicos (lo que las hace poco atractivas para ciudadanos que repelen ese tipo de ambiciones grupales o partidistas), hay un segmento social que va ensanchando sus preocupaciones respecto al rumbo del país y la manera de administrarlo./
Al mismo tiempo que sus opositores mostraban anemia, López Obrador encabezaba en el campo Marte la ceremonia de arranque del proceso de militarización del país a título de Guardia Nacional. A diferencia del civil Alfonso Durazo, secretario que augura logros históricos, el general que dirige dicha Guardia, Luis Rodríguez Bucio, advirtió que “hay que administrar las expectativas a corto plazo”. Lo cierto es que el “despliegue por la paz” de soldados, marinos y policías federales ha iniciado. Ya se irán viendo los resultados, entre riesgos y esperanzas./
A propósito del acto, denominado “informe”, que encabezará el presidente López Obrador hoy en la Plaza de la Constitución, se cometió un grave error de apreciación política al ordenar en una primera instancia que para transmitir dicha reunión se encadenaran nacionalmente las estaciones difusoras de radio y televisión (las cuales operan bajo concesiones del Estado mexicano, que las obligan a destinar tiempo de sus programaciones a las necesidades que con fundamento legal les planteé la Secretaría de Gobernación).
Discutible desde el punto de vista legal, impugnado ruidosamente por la oposición y sugerente de un proceso vertiginoso de vuelta al pasado político (el del priismo con un presidencialismo faraónico, que obligaba a radio y televisión a hacer esas “cadenas nacionales” para difundir actos del poderoso en turno), el intento fue desactivado de la misma manera. Es decir, mediante un comunicado oficial con el que se canceló el “encadenamiento” y, como es natural y sucede con otros actos del presidente de la República, se dejó la señal oficial del acto a disposición de los medios que deseen transmitirlo por voluntad propia y en los formatos que deseen./
Fue una oportuna reacción política la que permitió suspender esa “cadena nacional” que habría ido a contrapelo de los cambios cuando menos ceremoniales que se impulsan desde Palacio Nacional. Así queda despejado de turbulencias regresivas en lo mediático el escenario político en el que López Obrador celebrará su triunfo electoral y tal vez haga anuncios políticos importantes./
Y, mientras Yeidckol Polevnsky, la presidenta de Morena a la que ya buscan sucesor, explica con aire despreocupado a Reforma que el uso de un avión privado para una gira electoral en Tamaulipas “Salió bastante menos de lo que creí que saliera, porque es un servicio que hay en una app (…) Es como si tuvieras un Uber aéreo, entonces es más económico, un servicio más económico y bueno fue por las amenazas que hubo y por eso tomamos la decisión”, ¡hasta mañana!