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Manuel Velasco, al acecho

Josefa González Blanco Ortiz Mena cerró su ciclo como secretaria del medio ambiente de una manera tan imprevista como amarga. Cometió un pecado de lesa austeridad: habló por teléfono a un amigo que es director o propietario de una línea aérea (Aeroméxico) para pedirle que se retrasara la salida de un vuelo a Mexicali porque ella iba retrasada rumbo al aeropuerto de la Ciudad de México (al menos, eso es lo que en esencia relató el presidente Andrés Manuel López Obrador, al comentar que había aceptado la renuncia de Josefa). Ya en la pista de despegue, el capitán comunicó a los pasajeros que debería esperar, pues había una “orden presidencial” para esperar a una persona, según relató en Twitter uno de los viajeros.

De ahí se derivó la caída (virtual destitución) de una de las extrañas designaciones en el gabinete obradorista. Josefa es una mujer con una amplia relación con el mundo político: es hija de Patrocinio González Blanco Garrido (Canabal), quien fue gobernador de Chiapas y secretario de Gobernación con Carlos Salinas de Gortari. El padre de Patrocinio, y abuelo de Josefa, fue Salomón González Blanco (casado con Josefa Garrido Canabal), quien también fue gobernador de Chiapas y, durante más de doce años, secretario federal del trabajo (un pequeño tramo de Adolfo Ruiz Cortines y los sexenios completos de Adolfo López Mateos y de Gustavo Díaz Ordaz como presidentes de la República).

La secretaria declinante es hija de Patricia Ortiz Mena Salinas de Gortari (prima del ex presidente de la República), quien a su vez fue esposa de Antonio Ortiz Mena, quien fue secretario de hacienda durante dos sexenios (con Adolfo López Mateos y con Gustavo Díaz Ordaz) en los que aplicó una política económica conocida como “desarrollo estabilizador”. En diferentes grados pero Josefa también es familiar del ex gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu, de la ex procuradora general de la República y ex secretaria de la Función Pública, Arely Gómez González Blanco, y del ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.

Pero Josefa no tuvo antes ninguna responsabilidad política o de administración pública que fuera relevante. Se dedicaba a atender el parque ecológico denominado Los Aluxes, en Palenque, en coordinación con su padre, Patrocinio. De ahí pasó a la secretaría federal del medio ambiente, donde fue quedando aislada y restringida a causa de los recortes presupuestales.

Para suplir a González Blanco Ortiz Mena se mencionó con insistencia a Manuel Velasco Coello, ex gobernador de Chiapas, quien ha jugado un papel clave en los entendimientos confidenciales del morenismo con parte de la élite priista, sobre todo en términos electorales con el entonces ocupante de Los Pinos, Enrique Peña Nieto. Velasco ha sido, además, la pieza central en el alineamiento del Partido Verde Ecologista de México a Morena y a López Obrador (como siempre, con garantía de impunidad, negocios y cargos para los “aliados” Verdes). Un momento vergonzoso del morenismo se produjo en el Senado cuando se repitió una votación para permitir a Velasco que regresara a la gubernatura, que había dejado para ser senador, y luego volviera a su asiento senatorial.

Velasco Coello, por sí mismo y por vía de su Abuelo, Fernando Coello, amigo de López Obrador desde décadas atrás, está en espera de una oportunidad para ser integrado al gabinete andresino. Su mayor ambición es relevar a Olga Sánchez Cordero en Gobernación. Ahora, con la salida de su paisana Josefa, comentaristas mediáticos que le son cercanos lo promovieron como el sucesor de González Blanco y una legión cibernética (que en su historial de granjas opinantes tenían constantes apoyos a Morena, a la 4T y a Miguel Barbosa) soltaron una retahíla de mensajes elogiosos de la gestión de Velasco en Chiapas (que la mayoría de la población de ese estado considera nefasta, corrupta y frívola). Ya se verá si en esta ocasión u otra entra Velasco a un cargo de primer nivel. Pero es un activo obradorista en espera de su oportunidad.

Además de las relaciones de afecto entre la familia Coello con López Obrador, y de los grandes servicios prestados por Manuel Velasco para que se diera una alternancia de siglas partidistas en la elección presidencial de 2018 (respeto al triunfo andresino a cambio de impunidad para la élite peñista), hay una necesidad estratégica del gobierno federal, urgido de contar con una figura fuerte que dé cuerpo político a los proyectos desarrollistas del sur y el sureste mexicanos. De hecho, se había mencionado a Velasco Coello como aspirante a coordinador oficial de la construcción del Tren Maya, aunque tal puesto resulta muy pequeño para las intenciones del ex gobernador chiapaneco.

En esencia, el obradorismo requiere de un operador político vigoroso para enfrentar las varias formas de resistencia a esos proyectos sureños. En especial, está anunciada la oposición fuerte del neozapatismo y los grupos indígenas y de resistencia social al citado Tren Maya, al corredor transístmico y al Proyecto Integral Morelos. Suponen, en ciertos ámbitos decisorios del gobierno federal, que la experiencia y el oficio político de Velasco Coello podrían ayudar a conjurar el rechazo de ciertos segmentos sociales a tales planes.

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Frente a la posibilidad de que Velasco Coello sea el próximo secretario del medio ambiente se levantó una fuerte oleada de rechazo, proveniente sobre todo de seguidores del obradorismo que consideran inaceptable, casi una traición, que se premie la carrera política de un personaje marcadamente adverso a los valores que propone la llamada Cuarta Transformación. Además, sabido y cantado es que el citado ex mandatario chiapaneco tiene la vista puesta en aspirar a la candidatura presidencial en 2024, a través de una alianza en la que participen Morena, el Verde y algunos partidos menores.

¡Hasta mañana, con los candidatos a gobernar Puebla que antier cerraron campañas electorales!

Publicado por
Julio Hernández López
Etiquetas: encorto