• ¿Debate, celada, reacomodos?
• Meade, tal vez última llamada
• Fuero: apariencias y riesgos
Más que un debate, será un momento de definición. Este domingo, cuatro candidatos presidenciales de variopinta suerte tratarán de propiciar tropiezos del hasta ahora muy adelantado Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con la esperanza de crear las condiciones que permitan el armado de una campaña mediática y política de feroz desacreditación del aspirante tabasqueño, cuya enorme ventaja en intención de voto (según las encuestas de opinión, que obviamente pueden comenzar a ser cambiadas a partir de este debate-cacería) no permite medias tintas a sus adversarios, para quienes el reloj político corre en contra./
Hasta ahora, los opositores a AMLO no han encontrado el punto de despegue para una campaña unificada de ataque contra el adversario que les causa pesadillas, desvelos, preocupación y miedo. Los intentos de debilitar al peje creciente han topado con un alto blindaje social y han derivado en francos pitorreos en memes, redes sociales y comentarios populares./
La aparición declarativa de Carlos Slim ha sido hasta ahora el intento más serio de darle cohesión a la corriente que desea frenar a como dé lugar a López Obrador. Luego de la conferencia de prensa del magnate se produjo el deslinde del Consejo Coordinador Empresarial, al cancelar una mesa de análisis que había convenido voluntariamente con el aspirante presidencial de Morena. Esa definición en las alturas empresariales pretende otorgar bandera a los antipejistas y hacer acopio de recursos para una cruzada contra el indeseado./
El debate de este domingo podría suministrar el parque adecuado para soltar metralla política contra el máximo jefe de Morena. Al dúo original de persecutores, Meade y Anaya, el tribunal electoral federal agregó a un par de condenados a la derrota electoral que, sin embargo, pueden prestar especiales servicios de provocación. Margarita Zavala y, en especial Jaime Rodríguez Calderón, obtuvieron candidaturas enlodadas por el conjunto de trampas que practicaron en la recolección de firmas de apoyo a sus postulaciones presidenciales. No tienen probabilidades de triunfo, con intenciones de voto reducidas a un dígito, pero podrán aportar dosis de enredo y desaseo para complicar el camino de AMLO./
Para José Antonio Meade no parece haber mucho tiempo político disponible más allá del citado debate. Está anclado en un tercer lugar, con riesgo de ir más a la baja, lastrado por el PRI y por Enrique Peña Nieto, de cuyas pésimas calificaciones sociales no ha podido deshacerse el tecnócrata, sino todo lo contrario. Si no logra un golpe espectacular este domingo, exhibiendo la superioridad técnica y expositiva que sus cercanos le adjudican, Meade tendrá que valorar que su candidatura inhibe la posibilidad de presentar un solo frente contra López Obrador, y que el panista Ricardo Anaya podría ser la figura a apoyar por el conjunto de intereses del sistema, en un ejercicio de desesperado voto útil./
A Ricardo Anaya, significativamente, lo ha dejado en paz el gobierno que le detonó el escándalo de la nave industrial queretana y los indicios de lavado de dinero. Su distanciamiento de Los Pinos se manifestó en el curso de la elección del Estado de México (luego que fueron dados a conocer expedientes contra la entonces candidata, Josefina Vázquez Mota, contra sus familiares, en un caso y, en otro, relacionados con dinero federal otorgado a la panista para “atención a migrantes”) y se agravó con la develación en Chihuahua de la triangulación delictiva de recursos federales para campañas priistas, denuncia a cargo del gobernador Javier Corral, antes opositor y ahora aliado de Anaya, a quien los priistas reprochan el haber apoyado las posturas de Corral./
En tanto, se ha aprobado en San Lázaro el retiro del fuero a legisladores y al futuro presidente de la República, con los priistas como taimados impulsores (“Ley Meade”, le dicen ellos, pues fue propuesta por el candidato tridorito, llamado así en esta sección por los tres triángulos de su propaganda, parecidos a los utilizados por Doritos, la marca de los totopos agringados, producidos por la firma estadunidense Frito-Lay, subsidiaria de PepsiCo). La paternidad de esa abolición del fuero es peleada también por los panistas, quienes aseguran que Ricardo Anaya fue el proponente. En realidad, la decisión de una de las dos cámaras del poder legislativo federal atendió a las más de 30 iniciativas sobre el tema, presentadas en diversas fechas. /
Como si fuese una herencia envenenada, el priismo avanza a marchas forzadas en busca de agilizar los trámites para poder sujetar a procesos penales a diputados y senadores de las próximas cámaras e incluso para enderezar juicios contra el presidente de la República (el venidero, no el actual ni los anteriores a este: la ley no permite retroactividad en perjuicio de alguien). Falta que esa “Ley Meade” sea aprobada en el Senado y, luego, por cuando menos la mitad más uno de los congresos estatales./
El sentido original del fuero buscaba impedir que la libre expresión de los legisladores pudiera ser coartada mediante chicanas, como la presentación de fabricadas acusaciones de índole penal contra los adversarios del régimen. Ese sentido fue escandalosamente distorsionado por una clase política que utilizó el fuero como un mecanismo de influyentismo y virtual impunidad. Pero, en el contexto actual, permitir que una mayoría legislativa pueda abrir las puertas de un proceso penal contra el Presidente de la República, puede servir para venganzas y desestabilización si el ocupante de esa silla de poder afecta intereses de otros poderes./
Y, mientras José Antonio Meade y Ernesto Cordero comían este jueves en un restaurante de Polanco, en una reunión sugerente de entendimientos del aspirante tridorito con el ala calderonista tan dispuesta a decantarse en favor del candidato pripanista, ¡hasta el próximo lunes, con una inseguridad pública galopante en Jalisco, donde los secuestros y asesinatos se multiplican!