Luego del insustancial remedo de debate que los candidatos a la presidencia de la República sostuvieron el martes por la noche ha sido notable la súbita colocación del panista-frentista Ricardo Anaya Cortés en el centro del interés periodístico.
Ganaron titulares sus denuncias respecto a José María Rioboó, el constructor favorito del paso del tabasqueño por el gobierno capitalino.
Rioboó, por cierto, no es el único gran empresario de la construcción favorecido desde el flanco lopezobradorista: el 29 de marzo de 2016 en esta columna se habló del “Empresariado constituyente” (https://goo.gl/dbxhNN ), al referirse a las postulaciones para ser diputados constituyentes en la Ciudad de México, a nombre de Morena, de personajes como Moisés Araf Hop, alto ejecutivo del Grupo Ideurban, que construye el desarrollo inmobiliario Mitikah, justamente en el sur de la ciudad, en la colonia Xoco, entre sostenidas impugnaciones vecinales, además de Elvira Daniel Kabbaz Zaga, quien es hija del dueño de Danhos, empresa constructora ampliamente favorecida por las administraciones capitalinas desde la correspondiente a Andrés Manuel López Obrador (durante la gestión de éste, Kabbaz Zaga fue directora de transportes eléctricos).
La construcción acelerada de un falso perfil de víctima del sistema ha permitido a Anaya mantenerse como la última posibilidad arriesgada de intentar un golpe electoral relativamente incruento contra López Obrador (la otra posibilidad, cruenta, correría con cargo a Meade). A pesar de lo explotables que pudieron ser en el debate dos hechos detonados justamente a horas o minutos del inicio de ese encuentro en Mérida, el sacrificable José Antonio Meade Kuribreña no los aprovechó: ni la programada excitación del presidente de la directiva del Senado, Ernesto Cordero, para que la procuraduría federal de justicia actúe “ya” contra Anaya, ni los nuevos videos, con base en el dicho de un hermano del empresario Manuel Barreiro, que fueron difundidos media hora antes de que iniciara el tal debate.