El 20 de mayo, en Tijuana, Andrés Manuel López Obrador tendrá una segunda aduana importante en su búsqueda de llegar a Palacio Nacional.
En el primer debate, una combinación de factores sirvió a sus adversarios para aminorar el paso electoral del tabasqueño. Ricardo Anaya Cortés, su más cercano seguidor en las encuestas de opinión (tan infundadamente sacralizadas), aprovechó el primer debate entre candidatos para instalar una batería de señalamientos controversiales que, aun cuando varios de ellos luego serían probados como falsos, permitieron al panista un concertado relanzamiento en medios masivos de comunicación y un promovido posicionamiento como aparente única alternativa viable contra el auge del candidato al que tachan de populista. En especial, el político de las naves industriales tan redituables ha insistido en el tema de la amnistía lopezobradorista como una forma de virtual asociación delictuosa con la delincuencia organizada.
José Antonio Meade, caído en un tercer lugar demoscópico, aprovechó el tema de los departamentos de AMLO para desarrollar una campaña mediática que ha escalado hasta la suposición de que podría haber irregularidades graves en el manejo patrimonial y fiscal del tabasqueño. En Ramos Arizpe, Coahuila, el candidato del PRI planteó: “Hay un tema de evasión de impuestos, de falta de transparencia, de confusión entre su patrimonio, el de sus hijos y el del partido, tal y como hemos visto semana tras semana; en la última, los departamentos; en la penúltima, el avión, un avión privado que estaba impedido de ser utilizado como taxi, una empresa que le da una factura que no era propietaria del avión que utilizó. Esto es, hay una clara falta de respeto por la ley, falta de compromiso con la sociedad y clara vocación hacia la mentira”.
Se han reproducido estas palabras (conforme a lo reportado a La Jornada por el corresponsal Leopoldo Ramos) porque, a pesar de lo sinuoso o pretendidamente ambiguo, los señalamientos de Meade encajan en una tipología delictiva: quien ha sido dos veces secretario de hacienda ha deslizado que AMLO podría estar cometiendo delitos relacionados con la evasión fiscal, el mal uso de recursos públicos destinados a los partidos y la facturación engañosa. ¿Pretenderá Meade que AMLO sea sujeto a proceso penal o administrativo por estos hechos que denuncia?).
Lo cierto es que la situación política y electoral de López Obrador no ha sido la misma después del primer debate. Ha tenido que detenerse a responder señalamientos que le fueron hechos en el Palacio de Minería y que en ese momento prefirió no enfrentar, atenido a su política de temporada, de amor y paz. Ha requerido dedicar tiempo y esfuerzo, en mayores proporciones, a responder a Anaya y a Meade. Y a partir de ese domingo polémico han quedado sembrados los guiones de descalificación política y de distorsión y confusión en las percepciones sociales.
El siguiente debate entre candidatos tendrá un formato diferente al primero. Habrá público presente (no sólo los tradicionales invitados personales de los aspirantes a la presidencia) y esos “representantes de la sociedad civil” podrán participar con ciertas modalidades en la elaboración de preguntas, todo bajo la conducción de dos moderadores, León Krauze, actual conductor de programas noticiosos de Univisión, con sede en Los Ángeles, California, además de columnista en El Universal, y Yuriria Sierra, conductora también de informativos en radio y televisión del Grupo Imagen y columnista en Excélsior./
Aun cuando en redes sociales hubo seguidores de López Obrador que expresaron objeciones a Krauze y Sierra, al señalar que ambos han publicado textos de fuerte crítica al abanderado de Morena, ningún partido impugnó su designación. El partido de la regeneración nacional, en todo caso, propuso que en lugar de dos fueran tres los moderadores, y que uno de ellos fuera Jorge Ramos, también conductor de noticieros en Univisión. Finalmente, quedan solamente Krauze y Sierra.
Por su parte, López Obrador señaló desde Durango el incremento de la guerra propagandística sucia en su contra. Aun cuando aseguró que ha medido el impacto negativo que esas maniobras podrían acarrearle, y que no le afectarán electoralmente, habló de recurrir a las autoridades electorales para evitar que se siga gastando el dinero público en tales maniobras. Respecto al documental sobre el populismo en América, con un capítulo dedicado a México y a AMLO, este dijo que costó 100 millones de pesos y que fue financiado por los empresarios Claudio X. González y Roberto Hernández y el expresidente Carlos Salinas de Gortari. Ese documental será exhibido en algunas salas cinematográficas, según aseguró el líder morenista. Por lo pronto, en autobuses públicos se exhibe propaganda de esa producción (lo cual es en los hechos una propaganda contra AMLO) que tiene cinco capítulos, uno en general y los demás relacionados con el argentino Juan Domingo Perón, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el venezolano Hugo Chávez y el mexicano López Obrador.
A Meade lo sigue acosando el fantasma de la declinación, ante el estancamiento de su candidatura. El ascenso de Anaya a partir del primer debate se ha traducido en una presión para que el cuasipriista se haga a un lado, para promover un voto útil a favor del panista. Frente a ello, ayer declaró “Meade no declina a su aspiración a ganar la elección”, y su equipo ha lanzado la versión del dilema de fin del mundo: “Miedo o Meade”.
Además, en el flanco PRI-peñista se mantiene la postura de que será Anaya quien deberá dejar el escenario, pues se mantiene viva la indagación de la Procuraduría General de la República respecto a la operación inmobiliaria, con tufo a lavado de dinero, que le reportó a Anaya una ganancia de decenas de millones de pesos. La revelación en un diario español de que se investigan en Europa los nexos del mexicano Anaya con un empresario hispanomexicano, en el contexto de la famosa nave industrial queretana, mantiene en el equipo de Meade la convicción de que su jefe seguirá adelante. ¡Hasta mañana!