Así nace Luum Balicheo A.C.
Por Sara Eugenia Rincón Gallardo y García
En 1982, decidí mudarme a Cuernavaca con mis hijos y mi padre, cuya salud ya resentía los efectos de la Ciudad de México. Vendí nuestra casa y adquirí una nueva en Cuernavaca. Fue ahí donde, por invitación del expresidente Luis Echeverría, me integré al equipo de bienes raíces “Morelos Inmobiliaria” y “Cuernavaca Primavera”. Durante ese tiempo, también colaboré con la señora María Esther Zuno en su vivero “Los Laureles”, ubicado en su casa en Cuernavaca.
Trabajé con el licenciado Echeverría durante ocho años. Sin embargo, tras la muerte de mi padre y posteriormente la de mi esposo en 1987, tomé la decisión de dejar Cuernavaca. La creciente inseguridad me preocupaba, y como mis hijos ya trabajaban en Cancún, junto con el apoyo de mi socio Don Adib Zacarías —quien tenía propiedades allá— y del propio Don Luis, decidí mudarme.
En junio de 1989, llegué a Cancún con mis dos hijos menores, nuestros gatos y más tarde también nuestros perros, mientras los mayores cerraban las oficinas y la casa. Sin embargo, al poco tiempo de llegar, nuestros perros fueron envenenados por un vecino. Presenté la denuncia, pero no procedió: “eran solo animales”. Fue en ese momento cuando decidí fundar una sociedad protectora de animales.
Yo ya era delegada estatal de la Fundación Haghenbeck y de AMPALPA, una sociedad dedicada a la supervisión de rastros, promoviendo el uso del aparato eléctrico para cerdos y el pistolete para el ganado. Nuestra presidenta, la señora Luz Nardi, y su esposo, donaron el primer equipo de este tipo al rastro de Cancún en 1990, y capacitamos a los trabajadores en su uso.
En Cuernavaca había rescatado un puma de una discoteca que pertenecía a mi primo, Pablo Rincón Gallardo. Lo cuidé en mi casa hasta entregarlo al parque “El Rollo”, de los hermanos Gurza. Ellos me contaron que en Cancún había un hombre que explotaba tigres y jaguares para espectáculos. Apenas llegué a Cancún, lo fui a conocer y le llevé la foto del puma que había rescatado. Así conocí a “Pepe Tigre”. Comencé a investigar cómo tenía a los animales, y cuando formé la Sociedad Protectora de Animales, empecé a presentar denuncias. Por años lo alimentamos mientras buscábamos su decomiso, que finalmente se logró con PROFEPA.
En 1991, en una reunión con la Dirección de Ecología, el Biól. Roberto de la Torre, la Biól. Lilia Mandujano y yo, como representante de la Fundación Haghenbeck, propusimos al Ing. Mario Villanueva —entonces gobernador electo— la creación de una sociedad protectora. Él aprobó de inmediato. El Dr. Arturo Contreras donó el terreno y el Ing. Armando Castillo realizó el proyecto. En septiembre de 1992, se protocolizó en la notaría del Lic. Sánchez Vales la fundación de la Sociedad Protectora de Animales de Cancún A.C., la primera en Quintana Roo.