Si esto fuera la Guerra de las Galaxias, no tengo duda de que la fuerza estaría del lado de Andrés Manuel López Obrador. Por desgracia eso no asegura la victoria. Pero al menos el hecho de plantearse un gobierno a favor de los desprotegidos y los que menos tienen en un país con tanta desigualdad e injusticia, y en contra de los corruptos y de todos aquellos que por vía del abuso y los privilegios se han enriquecido obscenamente, coloca al presidente del lado correcto de la historia, al menos en términos éticos.
Ahora bien, “estar del lado correcto de la historia” no es una patente de corso para cometer imprudencias, innecesarias muchas de ellas, que hacen más accidentado el camino y más desgastante la travesía. En ocasiones López Obrador me hace pensar en el polemista que maneja la tesis correcta o más razonable, pero a veces usa los argumentos equivocados.
No hay motivo, por ejemplo, para presentar ternas en las que se incluyen candidatos cercanos al presidente o a los suyos, en obvio conflicto de intereses.