Como millennials somos identificados por varios rasgos generacionales como ser orientados al trabajo en equipo, nativos digitales y conscientes de sus derechos, entre otros. Nos consideran narcisistas, y muy enfocados en la opinión pública.
La fusión de estos rasgos nos hacen profundamente participativos en iniciativas de apoyo comunitario, y es que, en esta pandemia, cómo en el día a día he visto como muchos conocidos, amigos y gente del entorno ha estado apoyando y creando iniciativas para los grupos en situación de vulnerabilidad. Varios de ellos se etiquetan como activistas, filántropos u ostentan el nombre de un proyecto nuevo para apoyar asumiendo la presidencia. Toda esta inquietud en el ser humano es algo profundamente valioso, honorable e importante para nuestra sociedad.
Soy de la firme creencia que, para ayudar, tenemos que darnos a la tarea de investigar bien las condiciones, origen de las problemáticas, necesidades, e impacto esperado de cada uno de los grupos que se pretende impulsar o apoyar en la mejora de condiciones de vida.
Muchas veces, la constante necesidad de un incentivo como una reacción positiva en redes sociales como estímulo inmediato; la necesidad de figurar o la desesperación de ver resultados rápidos no permite al interesado el desarrollar su estrategia al siguiente nivel, generando así acciones de fondo que a ritmo sostenido lleven a un impacto eficaz y duradero.
Pondré ejemplos sencillos para ilustrar mi idea: llevar pelotas de hule a comunidades con pobreza extrema, en la zona maya. Muchas veces la falta de pavimentación hace que el plástico se reviente a los pocos usos y volviéndose contaminación para la comunidad, porque muchas veces se donan demasiadas por familia y normalizando el uso de plásticos para más generaciones (en las fotos se ve fabuloso, súper colorido, pero eso es lo menos relevante).
Entregar hojas nuevas con información de ecología, con ilustraciones para iluminar, en lugar de utilizar papel reciclado, y hacer algún taller donde se recalque la importancia del reciclaje. Generando una percepción adecuada, de una cultura de ecología. Aprovecho el espacio para recordarle a mis contemporáneos que las personas en situación de vulnerabilidad NO son objetos promocionales, si deciden retratarlas procuren no exhibir su identidad sin autorización.
Aún peor cuando se trata de niños o adultos mayores. Entiendo que muchas veces hay que manejarlo así por un tema de evidencia para un patrocinador, pero si decimos que la ayuda viene de nuestra bolsa prescindamos de estas prácticas.
Retomo, estresando el siguiente punto: podemos definir que ‘acción social’ es UNA ACCIÓN que tiene el fin de generar un impacto positivo en un grupo social de forma desinteresada. El ‘activismo’ es definido como la dedicación intensa a una línea de acción ante la vida pública en un campo social ya sea de índole política, religiosa, ecológica, entre otras. Cómo corriente filosófica, nos dicta que proviene de la actitud moral que insiste en la necesidad de la vida y de la acción, más que en los principios teóricos de una doctrina política; así como la eficacia de esta acción.
Es importante conocer de fondo todos los factores antes de emitir acciones. Respeto mucho el trabajo de activistas jóvenes que han levantado la voz y han accionado de manera eficaz en muchas temáticas de relevancia social. Desapruebo colgarse de la beneficencia para conseguir fines personales, sin dar continuidad a las acciones ni medir su riesgo o impacto.
Les compartiré una breve historia: en septiembre del año pasado arranque una campaña de recolección de alimentos para donación a estudiantes de mi universidad quienes no lograban tener acceso a desayunos porque muchos vivían solos y no tenían tiempo, algunos otros carecían de recursos, y no tenían para comprar su alimento, en la cafetería.
Arranqué esto con la mejor intención, pero me di cuenta que varios patrocinadores, los mandaban en bolsas de plástico. Hablé con los representantes de estas empresas y las sensibilicé al respecto, logrando que dos compañías erradicaran el plástico y dándoles proveedores de productos ecológicos y con material reciclado. Lo más cómodo habría sido quedarme ahí, ya tenía mi foto. Yo había cumplido con el compromiso, pero escogí la parte “incómoda” obteniendo muy buenos resultados.
El activismo es un camino de mucho esfuerzo, sacrificios y trabajo. De manera personal le agradezco profundamente a quienes han buscado aportar con su granito de arena en estos tiempos de contingencia e incertidumbre, no omito recomendarles que investiguen si lo que están haciendo no se está haciendo de una forma más organizada a la cual puedan sumarse o de nueva cuenta invitarlos a que si deciden emprender un proyecto altruista, lo hagan de manera profesional y se acerquen a especialistas o gente experimentada en la materia en la que desean incursionar. Respetando medidas sanitarias, apegados a la ley y con orden. Es así cómo podemos lograr que la acción social cumpla su función. Si les llama la atención el activismo: estudien, sean constantes y resilientes. Cómo pudimos leer; y analizar juntos, estos dos conceptos son diferentes.
Dirían por ahí: al pan, pan, y al vino, vino.