Los trágicos acontecimientos que terminaron con la vida de un joven de 19 años, el escarnio abierto de un extranjero denostando mexicanos, el uso irresponsable de las redes sociales, el escándalo de nivel mundial donde, a falta de autoridad, los ciudadanos toman la justicia por su propia mano e imponen un castigo que, motivado o no, traspasó la barrera que debiera imponer el estado de derecho.
Pero las cosas pintaban mucho antes. Al señor Aleksei Makeev ya se le había señalado ante el Instituto Nacional de Migración por actos de xenofobia en nuestra propia tierra; ya se le había detenido y presentado ante el Ministerio Público por ofensas a ciudadanos, y sobre todo, se sabía de su actividad en redes sociales expresándose dolosamente de la sociedad que al final, le mantenía porque él trabajaba y cohabitaba en México hace varios años, específicamente en Cancún.
Pero las cosas se dejaron crecer; la autoridad migratoria según ellos no obtuvo una respuesta apropiada por parte de la embajada rusa, que de hecho, no quisieron hacerse responsables del energúmeno, precisamente porque lo conocen y ahora exigen una investigación a fondo ya ahogado el niño, tanto Migración como Relaciones Exteriores pudieron trabajar en expulsarlo del país, pero no lo hicieron, dejaron que el problema creciera.
Vale la pena recordar que la autoridad migratoria puede expulsar extranjeros por intervenir en temas en los que están impedidos; que una actitud ofensiva hacia la sociedad sí es un motivo suficiente y justificado para la expulsión del país, que según la autoridad, lo habrían hecho, pero sólo lo pusieron en la puerta de las oficinas del INM y le pidieron que se fuera, cuando pudieron haber comprado el boleto de avión para ponerlo en él con un par de policías y otro de agentes de Migración para que se fuera, pero no lo hicieron.
La peor parte viene cuando las cosas se salen del control; las redes sociales convocan al linchamiento, un enfrentamiento provoca la muerte de un joven de 19 años, y el enardecido Cancún busca venganza… claro, luego de tres horas durante los cuales, el ruso seguía encarando y ofendiendo… pero, ¿y dónde estaba la autoridad?, ¡mirando!, en contemplación, como mudo testigo.
Muchos señalamientos se han hecho sobre la irresponsabilidad en la que incurrió el nuevo secretario del Ayuntamiento de Benito Juárez al justificar a priori cuando llegaron un grupo de policías vieron hablaron y se fueron cuando debieron quedarse y mantener el orden como era su obligación, decidieron la no intervención de la autoridad por que todo estaba tranquilo y fue todo lo contrario; ¿qué es lo que buscaban?, ¿la venganza, el “ojo por ojo”, que lo mataran?
Si no rescatamos el imperio de la ley, que se deslinden las responsabilidades de los servidores públicos y ciudadanos, sino nos autolimitamos al actuar en las redes sociales, si seguimos dando vueltas a los problemas porque nos es más cómodo, este apenas fue un primer ejemplo de la furia con la que la sociedad puede reaccionar; no esperemos a que haya una situación de mayor magnitud, no es conveniente… para nadie.