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Singapur en México (I parte de III)

Para el caso de México, me parece que es importante replantearnos lo que deberíamos de hacer para revirar el curso de nuestra nave, considerando lo siguiente: se tienen aproximadamente 21 cárceles, destinando un equivalente de 33 millones de pesos diarios los cuáles salen del erario nacional, y que implica que en otros aspectos se tenga que recortar el presupuesto al gasto social. Ese dinero bien podría emplearse en la construcción de escuelas de calidad como menciona Don Nuño o se podría aplicar en programas de salud y prevención o en muchas cosas más, pero lo cierto es que cuando en México se habla de pena de muerte, las sensibilidades se trastocan invocándose las puertas del cielo para evitar tales barbaridades, las familias con conocidos en la cárcel se acongojan el doble ya que muchas veces no se resignan a que su pariente se encuentre en tales condiciones y mucho menos pensar que dejarían de verle si existiese la pena capital; sería atroz, considerando que al efectuarse, ellos podrían vivir más tranquilos, con menos zozobra y estrés por lograr obtener la cuota que debe pagar su allegado en el penal o sencillamente tener que dejar de hacer actividades en la semana para poder visitarle.

Difícil debe ser para toda madre que tiene a alguien en esas condiciones, debe ser duro tener que presentarse tras las rejas y tratar de aceptar que su sangre es un delincuente, debe ser espantoso tratar de pensar día a día que es inocente cuando las pruebas apuntan en otra dirección.

Sin embargo, a veces los gobiernos deben tomar determinaciones drásticas, reza sabiamente el refrán: más vale una vez colorado que ciento descolorido.

Publicado por
Redacción Quintana Roo