Vivir en el Caribe mexicano ha sido un garbanzo de a libra, al cual se le ha podido explotar sólo en ciertas áreas: la playa, el arrecife, el azul turquesa y las zonas arqueológicas, atrayendo a una impresionante cantidad de turismo anual. Pero más allá de eso se ha desperdiciado lo que la misma naturaleza nos permite adquirir: la energía solar, eólica y la bioenergía.
Por mala ventura no solo nuestras autoridades gubernamentales han sido carentes de visión sino la ciudadanía de manera generalizada, el aprovechamiento de los rayos del sol, en la intensidad que se reciben en nuestro estado, en nuestra ciudad, es un enorme potencial desperdiciado, cientos de hogares podrían haber instalado paneles solares, celdas fotovoltaicas, con la idea de proveerse de energía más limpia. ¿Sabe usted cómo nos proveemos de electricidad en nuestro estado? Por supuesto que no es a través de hidroeléctricas, ya que carecemos de ríos superficiales, cascadas y orografía adecuada; nos llega la electricidad a través de plantas de diésel, el cual tiene que hacerse llegar hasta las plantas donde se convertirá en la luz que llegará a cada hogar y complejo turístico.
Por supuesto que ello implica gastos de extracción, de transportación e instalaciones adecuadas para convertirla; y ahora que la crisis del petróleo está en boga, imagínese usted los costos para obtenerla.
Bien podríamos empezar con instalar un panel solar en nuestro hogar e iniciar así el cambio, pese a que en un principio resultará costoso con el tiempo las futuras generaciones lo agradecerán, aun cuando usted ya no exista.
¿Ha pensado alguna vez en hacerlo? ¿Sabe de empresas dedicadas a ello?