“Terrible”, “Triste”, “Desgarrador”. Son expresiones que pueden usarse al observar en los noticieros, o ver a través de la web las imágenes de la devastación, que ha dejado a su paso el huracán denominado “Harvey” por tierras texanas en el país vecino.
Miles de damnificados, miles de desplazados, muertos, inundaciones sin igual, pérdidas materiales por millones, plataformas petroleras cerradas y un panorama que nos recuerda las escenas de cuando el huracán “Katrina” pasó encima de Nueva Orleans, hace ya cerca de 12 años, dejando desastres similares.
El estado Texano presenta sus particularidades dentro de la Unión Americana: en los últimos tiempos se ha dado a conocer por mantener leyes racistas y establecerse la prohibición de ciudades santuario de migrantes, además de que su actual gobernador Greg Abbott, apenas en diciembre del año pasado pedía cerrar la frontera con México debido a un incidente con un migrante.
Pero las cosas cambian y los fenómenos, que no tienen distinción de razas, religión, política, ni de nada, llegan para permitir valorar lo que se es y lo que realmente puede pasar en una sociedad. Texas presenta cincuenta condados declarados zonas de desastre y México entonces envía a 33 paramédicos y declara que puede ayudar de forma incondicional a los damnificados. ¿Seremos muy buena onda? Me parece que la cultura mexicana siempre ha sido muy solidaria, los desastres que hemos sufrido a lo largo del tiempo, lo demuestran: formación del grupo de rescate, “Los topos de Tlatelolco”, brigadas voluntarias para recolecta de víveres y enseres menores, cadenas humanas para rescatar personas, entre otras cosas más.
Hoy Texas ha sufrido una devastación, que ha afectado de forma pareja a los que se pueden declarar “Supremacía blanca” así como aquellos que no lo son; la cuestión es clara: la igualdad se presenta de forma homogénea ante los fenómenos de la naturaleza, los principios que se emanaron de la Revolución francesa, se hacen presentes para recordar el valor de los mismos, que han permitido el desarrollo de los pueblos cuando lo hacen bajo el respeto, la justicia y la imparcialidad.