julián puente
Ya es hora de ser parejos
Desde la Revolución Francesa, las mujeres han jugado un papel definitivo en los principales acontecimientos de la historia. En el contexto latinoamericano, la exclusión de las mujeres de la ciudadanía y de la política se visibilizó entrado el siglo XX. Sin embargo, con la aparición de los grupos feministas y de las políticas de género las mujeres lograron el derecho a administrar sus bienes; el acceso a la educación superior; el acceso a cargos públicos; el derecho al voto; y el derecho a la regulación de horarios y mejora de sus salarios.
Hasta ahora, lo que parece común a las mujeres que han alcanzado las máximas esferas de poder es tener biografías personales muy potentes, liderazgos que prenden extraordinariamente en la ciudadanía, historias de tremendo esfuerzo y mérito, acceso privilegiado a oportunidades y a educación, niveles de popularidad que no se pueden explicar sólo por los parámetros clásicos de la política, entre otros.
Pero en todo los casos se trata de mujeres extraordinarias, que logran romper el “techo de cristal”, mientras la gran mayoría se queda en la orilla, enfrentando desigualdades inmerecidas a lo largo de su ciclo de vida. Ello, simplemente, porque el modelo de sociedad que hemos construido así lo ha establecido y mantenido a lo largo del tiempo. Las brechas de género son grandes y se perpetúan, a menos que se las aborde con decisión y convicción.