En su estilo, un día se le ocurrió a Roberto Borge que Juan Carrillo debía ser el próximo presidente municipal de Isla Mujeres, y por esa razón comenzaron a verlo, a conocerlo diría con mayor exactitud en ese lugar del Estado.
¿Arraigo? No era uno de los valores favoritos del anterior gobierno, menos todavía una razón de peso para el PRI, ahí está Laura Fernández en Puerto Morelos donde no había pasado ni un fin de semana.
¿Cómo ganó? Supongo que se juntaron muchos factores, entre ellos la desidia que es una de las respuestas sociales al inmenso abandono en que viven los isleños.
Isla Mujeres es territorio de los turistas, sobre todo de los extranjeros. Una de las mayores marginaciones sociales de la entidad está en sus colonias, pero también en las humildes casas del centro de la Isla.
Las playas están prohibidas para los locales. El priista que gobernó la Isla no se ha preocupado por poner baños públicos o palapas para que las familias puedan disfrutarlas, a 250 pesos por una sombra resulta muy caro el paseo. Así que olvídense de las playas… como también de la comida mexicana-yucateca, o del pescado fresco.
Ya ni siquiera existen salsas de chile habanero en los restaurantes locales, todo está a gusto de los turistas extranjeros. Quienes han hecho subir el precio del metro cuadrado hasta 300 dólares.
A ese paso, sin que le interese en lo mínimo a Juan Carrillo, se repetirá el fenómeno de Mallorca o los grandes destinos turísticos de España, donde no hay servicios médicos y los policías que son comisionados deben vivir hacinados por el costo de la vivienda para turistas. Isla Mujeres dejará de ser territorio quintanarroense.
En los hechos queda muy poco espacio para los lugareños. Gente que viene de otras partes del país, incluso de Cancún, se hace cargo de todos los negocios. Hasta los vendedores de cacahuates y golosinas regresan a las seis de la tarde en el ferry a Cancún… la economía está en manos ajenas, y ni siquiera las migajas de los ingresos del turismo les llegan.
Lo peor, de tanto malo, es que se ha desdibujado lo nacional, lo local a extremos tales que pronto habrá que hablar inglés. ¿A algún pescador local, porque esos fueron los pobladores originales, se le podría haber ocurrido que los ceviches se coman con el pescado previamente cocido y sin especies? Así, tan desabrida, es la realidad de Isla Mujeres.
Con hoteles que pueden costar hasta mil dólares la noche, con una playa supuestamente llena de “distintivos” que parece peor que cualquiera de Acapulco, con una densidad superior a diez personas por metro de mar, como mitin político, sin facilidades como baños públicos, con taxis que cobran cien pesos por cualquier traslado, con botellas de agua a sesenta pesos, el turismo está quitando a Isla Mujeres de las manos quintanarroenses.
¿Es que tenemos esta gran capacidad para destruir a nuestros paraísos? ¿Hasta dónde puede llegar la desidia de un presidente municipal que, además, siempre está en otro lado, fuera de la Isla? Los locales ni siquiera saben dónde vive Juan Carrillo.
¿Quién se está llevando una tajada del negocio inmobiliario que llenará de extranjeros a Isla Mujeres?
Y ni la venta de cacahuates queda para los locales… Así seguro que van a volver a votar por el PRI…
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(ISABEL ARVIDE)