Ante las constantes trifulcas en los centros penitenciarios del estado y desde luego en el país, solo está demostrando que en los reclusorios Federales y estatales de nuestro país no existen oportunidades reales para la reinserción social, ya que aún prevalece la corrupción, maltrato, hacinamiento y condiciones deplorables en las celdas de castigo. Datos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales revelan el aumento indiscriminado de la población carcelaria durante las últimas décadas, con una tasa de 250 presos por cada 100 mil habitantes, colocando a México en el tercer lugar de la región con más reos, después de Estados Unidos y Brasil. El trabajo es un deber indispensable para el hombre social, ya que aunque los internos se ven excluidos temporalmente de la sociedad, eventualmente muchos de ellos saldrán al cumplir su condena y se enfrentarán a un estigma difícil de superar. Los centros penitenciarios no deberían tener como fin último castigar sino el rehabilitar a los internos para que emprendan una vida honrada y plena. La reinserción social de los presos en México no está garantizada, al contrario, las cárceles se han convertido en verdaderas escuelas de crimen e impunidad. Las causas son variadas, pero destacan tres: el autogobierno, el hacinamiento y finalmente que los presos no son clasificados por delitos, como quien dice tienen a todos en un mismo lugar. La construcción de un nuevo reclusorio para el estado quedo en el tintero, quizá no hubo voluntad o se tuvieron otras prioridades; sin embargo para el nuevo gobierno estatal que encabezará Carlos Joaquín González, será un verdadero dolor de cabeza mitigar los motines carcelarios cada quince días, la solución la tuvieron en su manos pero no se realizó según por la falta de presupuesto, optando por poner parches como lo fue la ampliación mínima de la ya obsoleta cárcel pública de Cancún.