Como la historia del niño y la paleta. O como los favores al ingrato.
Televisa y muchos periodistas que fueron millonariamente beneficiados por un gobernador terco y/o pésimamente asesorado en cuestión de medios, hoy le dan la espalda. Se acabaron los recursos, ya no hay patrocinio, y aquel que fue “su majestad gobernador”, hoy se convierte en el malo.
Y es que los gobernadores no quieren entender que a muchos periodistas les queda muy bien esa premisa de “ni todo el amor ni todo el dinero”. Sin embargo, la verdad es que los medios y sus representantes no tuvieron la culpa, Quintana Roo eligió hace seis años a un mandatario carente de muchas cosas, de muchas, con la única virtud de la lealtad a su creador.
El Ejecutivo estatal se embelesó, se engolosinó y compró aplausos de los medios, sintió el poder y se la creyó, al grado de castigar a todo aquel que osara no concordar con sus discursos o declaraciones. Pero el poder tiene fecha de caducidad, y hoy ve el otro lado de la moneda.
Qué caros cuestan los aplausos, qué costoso es el silencio y la mordaza, y qué doloroso es retornar a la realidad, como en los cuentos de hadas, como en la Cenicienta. Llegó la hora, son las 12 y el mundo color rosita se convierte en la selva de siempre.
Con ello, se tendrá que afrontar la realidad, los excesos serán cobrados, los abusos también. Y por ello Televisa le pinta la cara, secundada por muchos otros que mes con mes veían puntualmente depositado en su cuenta, y ahora ya no.
Es igual que el padre que regala una paleta diaria al hijo consentido, todos los días, pero cuando dejó de hacerlo, entonces se convirtió en el viejo más malo de todos. El niño, incluso, lo repudia más que los otros hijos, a quienes nunca les regaló nada.