Todo lo que ocurrió era predecible, ni siquiera hubo tiempo de desgreñarse a gusto. Una hora de debate no le sirve a nadie para nada. Bueno, quizá sólo a Alejandro Alvarado Muro del PT, quien sólo se aprendió el tema de los hoteles “todo incluido”.
De ahí en fuera, solo algunos roces, algunas propuestas ya presentadas en sus spots de radio y televisión.
Este ejercicio no sirvió a los electores para hacerse una idea de lo que cada candidato ofrece. Para nada… Pero ni falta que hace, al cuarto para las 12, la enorme mayoría de los ciudadanos que van a votar ya saben por quién lo harán.
Y ni siquiera sacaron bien sus trapitos al sol, no les dio tiempo, sólo hubieron algunos amagues, algunos señalamientos, algunos roces.
Se trataba de hacer una verdadera comparación de los planteamientos sobre diversos temas ahí, con todos los candidatos juntos. Pero no se pudo, no hubo tiempo.
¿Plan con maña?
Seguramente sí, porque en estos casos nada es casual y todo está detenidamente analizado.
Se cumplió con el fondo, mas no con la forma.
En fin, al menos hubieran cubierto bien el tema de las descalificaciones, de los señalamientos, de los madrazos, pues, para que le dieran sabor a un evento que pasó desapercibido.
Vamos, hasta el moderador Tirso Ordaz parecía aburrido, poco emocionado. Nadie se salió del script. Incluso Mauricio Góngora repitió como muñeco ventrílocuo, todo lo que ha dicho en sus spots publicitarios.
Pero precisamente Mauricio y Carlos son quienes menos tenían que apostar porque están en la punta de las preferencias. En cambio, los otros tres perdieron su oportunidad de remontar. Y la perdieron quizá no por falta de ganas, sino por falta de tiempo. Mal el debate, peor la organización.