Suegras, cuñadas y comadres. Mucho ruido y pocas nueces es lo que ha mostrado hasta ahora el gobierno de Carlos Joaquín González, con su única preocupación de demandar a todos y cada uno de los ex funcionarios de la anterior administración, y al mismo ex gobernador Roberto Borge, en una letanía que al principio sorprendió a la sociedad, pero que ya no es noticia ni asusta a nadie.
Este gobierno ya le dio tres vueltas a cada uno de los miembros del gabinete borgista con denuncias mediáticas, en una misión que sólo pretende desprestigiar más que proceder legalmente.
Los funcionarios actuales y Sistema Quintanarroense de Comunicación Social parecen cuchillitos de palo o más bien discos rayados, por supuestas denuncias, en las que jamás han mostrado una averiguación previa que sustente lo dicho y compruebe que ahora sí, van en contra de uno, dos o varios.
Parece una misión con miras a las elecciones de 2018, en el que sólo pretenden mantener vivo el desprestigio, acusando a todos los miembros del gabinete de la administración anterior, pero sin ensuciarse las manos.
Han pasado ya casi cinco y siguen siendo las mismas amenazas de campaña rumbo a la gubernatura e incluso de los señalamientos previos a las actividades de proselitismo.
Y lo que antes eran primeras planas de los periódicos locales e incluso en los de circulación nacional, hoy se van perdiendo en las planas interiores, por el hecho de que han ido perdiendo credibilidad.
Sin embargo insisten de manera reiterada en que “en esta administración estatal se acabó la impunidad”, en lema ya muy trillado, en el que sólo les falta decir aquella frase zedillista: “porque la ley es la ley, y nadie está por encima de la ley”. ¡Uy, asústame panteón!