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Misándricas

Es necesario insistir en los caminos que proyecta la archivada reforma política de tiempos de calderón –algo bueno dejó aunque él sabía que era irrealizable por los afanes en contra de los cobardes y timoratos–, en donde se insiste en las segundas vueltas electorales –necesarias, indispensables para volver a la legitimidad presidencial mayoritaria–, y en la disminución de las posiciones legislativas plurinominales y de representación proporcional, el reparto del miedo para simular pluralidad. Basta.

Los diputados y senadores, tan cómodos en sus respectivas sillas –gestatorias, cabría decir por el descaro de sus largas siestas–, no se atreven a dar los avances necesarios para lograr reformas definitorias y certeras. Prefieren las rebatiñas de comadres y las alianzas en “lo oscurito” para poder mantener influencias personales y ninguna representatividad popular que poco les interesa, salvo cuando llegan las elecciones.

Quizá por ello, el alcohólico de Aguascalientes, Carlos Lozano de la Torre, ideó la manera de apoyar soterradamente al Partido del Trabajo y permitirle alcanzar trece mil votos, en 2015, de los tres mil y algo necesarios para asegurar su registro alcanzado el tres por ciento de los sufragios generales, para tener colchones para invernar como los osos intocables en las reservas norteamericanas en donde con tanta facilidad se modifican los perfiles.

Lozano, con la boca chueca y olor a perfume barato que destila por todo su ser haciéndose repugnante, se creyó un sabio de la política sirviéndose, primero, de un farsante panista, Luis Armando Reynoso Femat, para transar con él su llegada al gobierno hidrocálido, y después haciéndole la faena al PT para cubrirse las espaldas “asustando” a los advenedizos.

Publicado por
Redacción Quintana Roo