Las marchas, LGBT, desfiles, incluso paradas como la realizada ayer en Cancún que convocó a un puñado de jóvenes y a sus familias, son más que un evento donde se celebran los derechos humanos de nosotros los homosexuales y donde se lleva a las calles y a los espacios públicos la desnudez y los actos sexuales a través de parodias o simulaciones en una clara violación de las normativas sociales construidas y/o las legales.
Y como esta desnudez la desafiamos año con año, se alzan voces preguntando si marchar así debiera ser lo correcto o si la sexualidad y el hedonismo deben seguir teniendo sentido. Ante esta derivación habría que preguntarse si estas personas que ya están fuera del closet pero no así de los estereotipos sociales, emiten estos juicios pensando con ellos conseguir un nivel más alto de aceptación.
Considero que ante esta disyuntiva la realidad se torna diferente, por lo que habría primero de conocer si alguien pudiera estar moviendo los hilos a conveniencia por un conservadurismo moral tratando de incidir a prohibir todo lobby homosexual, o la desnudez y simulación de nuestros actos. ¿Que acaso la desnudez no es parte de la homosexualidad?
Considero para aquellas y aquellos compañeros LGBT que piensan que no lo es y que las marchas debieran ser más solemnes o reivindicativas y no así “tan festivas”, que reflexionen que las marchas LGBT tuvieron un origen y hoy tienen historia al haberse conquistado por años con e ellas más allá que un orgullo.
“Orgullo y libertades” que considero deben continuar lográndose al ser éstas la razón de los primeros Gays y personas Trans que dieron la cara en los años 60, que participando en las primeras marchas con lo más dorado de su oropel y sus plumas donde corriendo recibían palazos, patadas de los policías, insultos, humillaciones y algunos hasta detenciones, al no querer ya continuar escondiéndose y tolerar la represión y vejaciones de quienes eran presas, impidiendo con ello salir a la conquista de sus libertades.