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Los errores del PRI

Hoy llegará a Cancún el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza para pedir cuentas al priismo quintanarroense, para ver la forma en que los priistas deberán recoger todo el escombro dejado luego de las elecciones de junio pasado, cuando el partido perdió la gubernatura y los municipios más importantes como Othón P. Blanco, Solidaridad, Cozumel y Benito Juárez (este último en manos de su aliando el PVEM).

Ochoa Reza tendrá que hacer un análisis profundo y serio de lo acontecido, de la forma en que se dio esta derrota para entonces tomar determinaciones bien pensadas y no dejarse guiar por los que le hablen más bonito ni por las personas más cercanas a su oído.

Es evidente que en Quintana Roo el priismo cometió gravísimos errores, pero el mismo Ochoa Reza debe reconocer que el desencanto hacia su partido, no sólo en Quintana Roo, sino en todo el país, viene por los malos resultados del gobierno federal, por los compromisos incumplidos del presidente Peña Nieto, por la evidente corrupción y crisis desatadas en la federación.

Por eso es que Ochoa Reza debe preguntar primero si en Quintana Roo realmente ganó el PAN-PRD o perdió el PRI, lo cual no necesariamente es lo mismo, pues para muchos era bola cantada la derrota tricolor y el triunfo de los amarillos-azules independientemente de los candidatos.

Es por ello que el dirigente priista debe investigar, debe cuestionar, pero especialmente tiene la obligación de reconocer los errores cometidos por el priismo en la entidad, sí, pero también los de la federación.

Excesos como los 3 billones de pesos con los que el ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray, endeudó más al país; la mentada Casa Blanca de la “Gaviota”; el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa,  tantas cosas que han dejado huella indeleble en la memoria, quiera o no cobran factura.

Llegar a Quintana Roo con el látigo castigador y con la guillotina para cortar cabezas, haciendo caso a quienes tiene más cerca, resultaría ciertamente irresponsable y hasta injusto, y sobre todo, el pretender tapar el sol con un dedo, sin reconocer errores, no solucionaría nada al interior y por el contrario, dejaría una señal muy negativa, al no existir la autocrítica ni la autoevaluación.

Bien dicen que el triunfo tiene muchos padres  y la derrota es huérfana, es como la culpa que nadie se quiere echar; pero no aceptar los errores no permitirá al PRI enmendar lo ocurrido para entonces propiciar el crecimiento propio.

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Aquí ya se perdió…Veremos en 2018.

Publicado por
Redacción Quintana Roo