He aquí navegando en las agitadas aguas político-electorales. Los demonios marinos del felixismo-borgismo se desquiciaron en su red mediática, a propósito de descalificar la conformación del Partido Confianza por Quintana Roo, que tiene como lema la identidad, y que el pasado fin de semana acreditó pluralidad y democracia en sus asambleas distritales de Lázaro Cárdenas y Cancún.
Y es que los agoreros del ayer, copartícipes de la corrupción, de la opacidad, de la delincuencia política organizada, que tienen línea desde el Senado de la República, se debaten en el purgatorio ante la cercanía del infierno, parafraseando al italiano Dante Alighiere. El cuestionado y ahora investigado ex gobernador Félix González Canto, hace hasta lo imposible para mantenerse en el poder político, porque el poder económico lo tiene garantizado de Quintana Roo a Monterrey (donde vive con su familia) hasta Dubai.
Marea Roja.
Los demonios de Félix lo tienen en delirium tremens. Se le rompe la liana marina para lanzarse del Senado a la Diputación Federal, a fin de garantizar su impunidad, a través del enfermizo fuero que protege a los políticos corruptos. Y es que sus amarres nacionales no le darán. En donde están sus arreglos, se cae la posibilidad de una candidatura presidencial por el PRI. Ni Miguel Angel Osorio Chong, ni Manlio Fabio Beltrones, ni Emilio Gamboa Patrón, ni su socia y comadre Ivónn Ortega Pacheco, podrán ayudarlo en su caída libre al inframundo.
Como usted guste y mande, el gobierno del cambio, el Gobernador del Estado, o su jefe de la oficina Miguel Ramón Martín Azueta, ipso facto pusieron millas náuticas al frente de Félix González. Ya no tiene el control de los poderes Ejecutivo, ni Legislativo, ni Judicial, ni de las fuerzas sociales; tan sólo le queda un minoritario PRI con su marioneta Raymundo King de la Rosa. Y por si fuera poco, también se le acabaron las alianzas con el PVEM y con Morena.
Así se explica su ira, su desesperación, por la conformación de nuevos partidos locales, impulsados por corrientes políticas plurales y democráticas, en las que hay ex militantes de todos los partidos políticos, joaquinistas, hendrickcistas, villanuevistas, felixcistas-borgistas, propios y extraños. El punto es que el Senador perdió el control político, y se refugia en sus desgastadas y perversas acciones del ayer con los mismos protagonistas, sin ninguna credibilidad; se le acabaron los días de gloria.
Que alguien le explique: pese al río revuelto, Quintana Roo es otro. Sus fantasmas, que el propio Félix González Canto arrastra en sus sedimentos marinos, en la generación de sus enemigos, desde su época como estudiante en Estados Unidos y en Monterrey, en su vida familiar, en sus excesos en la vida en lo público y en lo privado, en su meteórica carrera política que lo llevó a la gubernatura, en la traición política a Joaquín Hendricks, en su enfermedad de perpetuarse en el poder a través de Roberto Borge; son sólo suyos. Tarde o temprano, tendrá que rendir cuentas a la justicia.
Aguas turbulentas.
Los destapes políticos-electorales están a todo lo que dan. Ya cantaron las sirenas para la presidencia municipal de Benito Juárez, quieren el titular de SEFIPLAN, Juan Vergara y el diputado perredista, Emiliano Ramos; el alcalde de Othón P. Blanco, Luis Torres, quiere ser diputado federal; y por lo pronto, en el sector educativo, ya se apuntó para Bacalar, la directora general del CONALEP, Nelia Uc, mientras que el director general del CECYTE, Juan Ortiz Cardín, tendrá que suplir a Luis Torres. Más lo que se acumule.
El gobernador Carlos Joaquín González, no se espantó con el petate del muerto del senador Félix González Canto; como acostumbra, de frente dijo que en la conformación del nuevo partido Confianza por Quintana Roo si hay joaquinistas, y en las otras opciones políticas, ídem.
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