He aquí navegando en las marejadas de las comparecencias de los Secretarios del gabinete del gobierno del cambio, en la Décimo Quinta Legislatura, a propósito de la glosa del primer Informe de Carlos Joaquín González; en donde a cada quien le irá dependiendo de su cabildeo con los propios diputados, los intereses personales de éstos y de sus fracciones políticas.
Nada tuviera de extraordinario, la glosa del informe es una antigua praxis institucional y protocolaria que tiene como fin ampliar la información sobre el estado que guarda una administración de cualquier ámbito, que con sus apuros y rubores de rigor para quien comparece, casi siempre culminaba con la legitimización; pero en este caso, a juzgar por lo visto, a los Secretarios del gabinete del cambio les ajustarán cuentas en el río revuelto entre los afines al felixismo-borgismo, el fuego amigo actual, y los factores externos.
So pretexto del ejercicio de la libertad de expresión en la máxima tribuna de Quintana Roo, la transparencia y el proceso anticorrupción; las comparecencias ya son un circo marino, donde saldrán mejor librados los miembros del gabinete que realmente estén protegidos con el manto del titular del Ejecutivo, o quienes negocien previamente con las fracciones de los diputados llegar a tierra firme.
El ajuste de cuentas tiene diversos móviles, que van desde la relación personal del Secretario con los integrantes del Congreso del Estado, su vinculación política con la Comisión legislativa que le corresponda, sus alianzas políticas a propósito de su sector, la fuerza y protección que tenga del titular del Ejecutivo, los intereses políticos y económicos de los diputados, hasta sus cartas de navegación en relación al proceso electoral que se avecina.
A cinco comparecencias de Secretarios (al cierre de esta entrega periodística), hay signos inequívocos de que estas presentaciones no serán un ejercicio ético, profesional, de la glosa del primer Informe de Gobierno; mucho menos la capitalización de la oportunidad que tienen los legisladores y los integrantes del gabinete de Carlos Joaquín González, de repasar y analizar el estado que guarda la administración, de valorar como mejorar la cosa pública en el sector que corresponda, y por añadidura de tomar compromisos conjuntos para enmendar, proyectar, y buscar resultados integrales para Quintana Roo y sus habitantes.
Se sabe con suficiencia que, a un año del gobierno del cambio, es imposible abatir el rezago en el servicio público que se acumuló en dos sexenios, mucho menos tener resultados tangibles sobre las diversas problemáticas del estado; empero, con lo que ya debe contarse es el diagnóstico, el plan a seguir, los objetivos definidos a conseguir como gobierno, y los indicadores para evaluar.
En nada ayuda, que a propósito de la glosa del primer Informe de gobierno, propios y extraños a la administración pública estatal se erijan en jueces en lugar de asumir su responsabilidad social desde su posición. Hay que preguntar a los diputados, salvo honrosas excepciones, qué compromiso tienen y qué han hecho por Quintana Roo. Es menester que asuman su compromiso, al final del día están igual o peor que los Secretarios, tienen desconocimiento, no tienen experiencia, o en su caso no se han aplicado en el área que les corresponde. Es cuanto Diputados.
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