Al revisar ayer la información en los diferentes medios, me encontré con una nota en la que el director del Fideicomiso de Promoción de la Riviera Maya, Darío Flota, se topa con la disyuntiva de si se debe frenar la promoción ante la saturación de turistas en los destinos como Cancún y la Riviera Maya.
Me niego a creer que Darío Flota desconozca la ley de la oferta y la demanda, ya que se trata de un conocedor de la materia, y sabe que ésta puede responder de manera efectiva dicha cuestión.
Y es que cuando la demanda supera a la oferta en el ámbito turístico –como él lo expone- quedan dos alternativas para solucionarlo: Se incrementa el número de habitaciones o bien se aumenta la tarifa, a fin de equilibrar ambos polos y evitar que alguno se extralimite.
Pero al participar en el panel “Destinos Saturados, el límite de la promoción”, el experto en turismo mencionó que “habrá que ver si en algún momento se debe detener la promoción o habrá que ponerle un límite a ésta”.
No se puede ni siquiera contemplar tal posibilidad, y menos cuando se tendría la mesa puesta para que los hoteleros eleven sus tarifas, lo que da riqueza y trabajo permanente para miles de empleados.
Tampoco sería una alternativa enviar a los turistas al sur de la entidad –como también lo consideró- cuando el visitante decidió ir a un destino donde quiere pasar sus vacaciones, y eso es lo que se debe otorgar. El turismo es una actividad sumamente caprichosa.
Pero no sólo eso. El turismo es hoy la actividad preponderante en el país ante la escasez de petróleo, debe se tomado como sector prioritario, al que se le debe inyectar más y más recursos para su promoción. Ninguna cantidad de dinero es demasiada para publicitar México y la gente venga.