Considerar que una marca va más allá de lo que puede ser un logo o una frase reconocida, nos permite poder cuestionarnos acerca de cuanto está condicionado el humano para decidir en función de la etiqueta y sus características.
Regresando a los Juegos Olímpicos recién culminados, recordemos la competencia de clavados, donde al igual que en muchas otras se presentaron favoritismos, inconscientes o no, para asignar el puntaje justo.
Hubo atletas que efectuaron buenos saltos y los jueces fueron incapaces de reconocérselos, tal es el caso de Paola Espinosa y otros más.
Y recordemos el nado sincronizado, donde hay varios países en pugna por el mérito a primeros lugares y sin embargo, al mencionar que una entrenadora de prestigio está entrenando a un equipo determinado, ya causa un efecto increíble, pues pese a que otros equipos puedan destacar, sencillamente hay un inconsciente que obliga a no considerar eso.
Finalmente, en la vida diaria tenemos las marcas que aparecen a diestra y siniestra, en todo momento, en la casa, en el trabajo, en el país, en el mundo, en nuestro planeta.
Es muy difícil ver a la gente y no relacionarlos con calificativos que por diversas circunstancias se hicieron patentes en sus vidas.
Pareciera que entonces nuestra mente si está excesivamente condicionada por los calificativos externos que tiene todo ser humano, sean estos materiales, morales, históricos o espirituales, difícil entonces resulta encontrar un equilibrio que permita un mejor mundo pero no es imposible. Podemos razonar y tomar decisiones más acertadas para diferenciar marcas y beneficios. ¿Usted qué opina? ¿Tiene o usa marca de algún tipo? ¿Es reconocido por algo?