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La maldita herencia

Mientras que el Presidente Municipal, Paul Carrillo de Cáceres, preparaba su Tercer Informe para dar a conocer la creación de unas planchas de cemento alfombradas y con porterías, a las que llamó “instalaciones deportivas”, así como presumir obras de otros gobiernos -como la rehabilitación de calles y avenidas, y la colocación de banderas blue flag en las playas-, un nuevo asesinato ocurría en las calles de Cancún, sumando ya 38 en tan sólo tres meses.

También en esos momentos, el alcalde electo, Remberto Estrada estrechaba lazos de colaboración con la coordinadora de la Policía Federal, Edith Aracely Rodríguez, consciente de la grave situación de inseguridad y violencia que se vive en las calles de Benito Juárez, y que será la maldita herencia de Carrillo de Cáceres.

Muy atrás quedó aquel “refrendo” que hizo Paul el 30 de septiembre de 2013, cuando recibió la Secretaría de Seguridad Pública y se comprometió a trabajar por la seguridad de todos los benitojuarenses, como una necesidad prioritaria por atender.

En aquel momento comentó que “Mi primera obligación como Presidente Municipal siempre va a ser garantizar la integridad física y patrimonial de todos los ciudadanos, de todo Benito Juárez, estoy decidido a establecer estrategias claras, contundentes y conjuntas con los regidores, con ustedes, para combatir delitos y disuadir conductas que más lastiman a la ciudad y que vulneran la paz y la armonía”, afirmó hace tres años. Hoy parece que sus prioridades son otras.

Así es, pues ayer mientras los trabajadores del ayuntamiento montaban el escenario para el informe del alcalde, en la radio policial se escuchaba que en la región 216 fue hallado el cadáver de un hombre de 42 años con múltiples heridas de arma punzo-cortante.

¿Cómo, entonces, intentar convencer a la gente que sí trabajó en estos tres años? ¿Cómo si el papel en el que viene escrito el discurso de auto-elogios, está manchado de sangre?

Según Fiscalía del estado, suman ya 38 homicidios en Cancún desde el día de las elecciones a la fecha, multiplicando así las cifras de asesinatos registrados en gobiernos anteriores.

Pareciera que estas espeluznantes cifras afectan a todos en esta ciudad, a todos menos a uno, menos al que sigue pregonando que aquí se hicieron las cosas bien, montándose en obras que ni siquiera fueron propias, incluso algunas de ellas del gobierno que tanto denostó, el de Julián Ricalde.

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Que siga la fiesta, que continúe su campaña, y que Cancún se ocupe de sus muertos, al fin no se endeudó más al municipio.

Publicado por
Redacción Quintana Roo