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La juventud (primera parte de dos)

No es nuevo. Desde hace tiempo, en este espacio, hemos sostenido que el agotamiento de nuestro actual sistema político es tan evidente como las tormentas primaverales que se han extendido al otoño en no pocas regiones del país. Lo peor es que la autocracia se elevó en cuanto el presidencialismo se fusionó con la partidocracia al perder el instituto político dominante la mayoría absoluta en las Cámaras y así ser obligado a negociar con sus opositores para posibilitar una cuestionable gobernabilidad.

De esta realidad surge la postura, en ocasiones radical, de quienes postulan que “todos son lo mismo” salvo el grupo al cual pertenecen, sobre todo la nueva Morena, por cuanto marchan en el carril destinado a refrendar las reformas antihistóricasy las iniciativas operadas desde Los Pinos mediante chantajes soterrados y tan sofisticados como el fraude comicial de 2006. Si el presidencialismo fue llamado “el mal más ponzoñoso” de nuestro establishment, la amalgama con las dirigencias partidistas es poco más que un cáncer en fase terminal, sin duda.

Pese a ello no deja de extrañar que uno de los personajes cuya relevancia emana, precisamente, de su profundo conocimiento de los vericuetos de este sistema, clame ahora al señalarlo como agotado. Me recordó un poco al confundido Ignacio Comonfort cuando abjuró la Constitución en la cual basaba su poder dándose así un autogolpe de Estado.

Beltrones, desde luego, ha mantenido su carrera a la par con sus propios intereses y no con los de su partido o las administraciones federales para las cuales ha laborado. Recuérdese que fue discípulo de Fernando Gutiérrez Barrios, el legendario veracruzano, quien siempre se caracterizó por su firmeza al actuar mientras le sostenía la sonrisa a sus interlocutores hasta cuando éstos caían a la condición de residuos sólidos del inframundo político.

Publicado por
Redacción Quintana Roo