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La cumbre de los odiados

Un punto de coincidencia irrevocable entre los reunidos, Enrique Peña Nieto y Donald Trump, es que ambos son enemigos acérrimos de México, y por lo tanto resulta sumamente peligroso que estos dos individuos lleguen a acuerdos, pues con toda seguridad éstos serán demoledores para el país.

El primero de ellos, el que gobierna, se ha dedicado a saquear a México, a esquilmar a su gente, a burlarse sin empacho; el otro, el aspirante, pretende encerrar a los mexicanos en su propio territorio, para vivir en “el patio trasero” como personas de segunda, con miedos  y amenazas.

Nadie, ni el más optimista, puede esperar buenos resultados para los mexicanos de una cumbre del odio, como la vivida ayer en la capital del país. ¿Cómo por qué y para qué se llevó a cabo esta reunión de las dos personas más repudiadas por los mexicanos? ¿Sólo para demostrar una vez más el sometimiento de México hacia Estados Unidos?

Pues si ésta última fue la razón central de dicha reunión, ambos protagonistas tuvieron una excelente actuación, pues mientras que Trump ratificó su intención de construir el multicitado muro fronterizo, Peña Nieto se sobajó de la mejor manera al advertir que los mexicanos malinterpretamos las amenazas del aspirante del partido republicano.

Lo cierto es que hoy se dice que Peña Nieto tuvo que ceder a las presiones de su “nuevo aliado” para entrevistarse en México, en su último intento de lograr adeptos de latinoamericanos radicados en los Estados Unidos.

Y con ello, Peña Nieto apostó –aunque no quiera- por el lado republicano, pues difícilmente Barack Obama y Hillary Clinton le perdonarán esto que será tomado como una afrenta.

El Presidente anunció que también habrá una reunión con la candidata demócrata. Pero esto no será suficiente. El daño está hecho.

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Publicado por
Redacción Quintana Roo