A unos minutos para poder ejercer un derecho que se ha ganado a lo largo de la historia nos encontramos ante una expectativa cruel; fueron los ilustrados quienes dejaron esta herencia universal legando la capacidad de elegir, un privilegio que algunas naciones por mala ventura carecen al tener dictaduras o gobiernos impuestos por la mala.
Los mexicanos nos hemos impuesto nuestra propia dictadura, hemos sido los forjadores de no poder gozar de una real libertad de elección, nos hemos autocastigado con el llamado abstencionismo y la famosa leyenda: “Para qué, si siempre es lo mismo” pensando que nuestro voto poco peso tiene y que la suerte ya está echada.
Decidimos muy dignamente decir: “No votare”, pensando que al hacerlo estamos demostrando una inconformidad, pero que por mala ventura los que están en el poder ignoran discretamente, y entonces manifiestan una y otra vez que ellos son ganadores gracias a los cobardes que se abstienen.
La verdad es que por décadas hemos dejado nuestra elección en manos de unos cuantos pues el partido de Estado no tiene que preocuparse mucho por el conteo de votos, ya que más del 50% de la población al no ejercerlo logra que el otro 50% sea de los llamados acarreados o los que realmente están convencidos de votar por el PRImer partido que se muestre ganador.
Hoy tenemos el derecho de elegir: primero, ir a votar y segundo seleccionar un partido o caudillo, en nosotros esta cambiar y no permanecer bajo la careta de la indiferencia y la inconformidad, cambiemos nuestra idiosincrasia malinchista, seamos valientes en vencer nuestra tozudez y después a ser “cuchillitos de palo” con quien salga electo. ¿Serás de los cobardes?