Se trata de una partida casi tal excelsa como la de Karpov contra Kasparov, en la que de pronto no se sabe quién va ganando y quién perdiendo. El juego de ajedrez de Carlos Joaquín contra Félix González no es reciente, por el contrario, lleva ya muchos años y luce sumamente pareja.
Claro está que hoy quien lleva mano es el miembro de la dinastía Joaquín; sin embargo, González ha hecho movimientos de manera tan magistral que ha logrado meter en jaque el mismo gobernador.
La inclusión de la ficha felixista, Freddy Marrufo Martín como delegado de la Sedatu, golpeó en lo profundo al gobernador, al grado de haber perdido éste los estribos y dejar patente su descontento con la decisión del PRI-gobierno federal.
Carlos Joaquín contestó ipso facto con el hígado por delante, amenazando a través su Congreso con enjuiciar a seis de los allegados a Félix-Borge, entre ellos al mismo Freddy y a otros incrustados en el Tribunal Electoral, en el Tribunal Superior de Justicia, así como a ex presidentes municipales.
Pero no es puede subestimar la astucia y el poder político del aún senador quien –se dice- pronto seguirá dando respuestas a través de las delegaciones federales que, le guste o no al gobernador, serán siempre decisiones de la federación, sin pedir el visto bueno a nadie.
Esta batalla por el poder del estado no tiene cuartel y lleva consigo una buena dosis de orgullo personal, iniciada en el proceso electoral para elegir a quien sería el candidato del PRI para la sucesión de Félix.
Como todos recordarán, era Carlos Joaquín quien se encontraba al frente en las encuestas, sin embargo se impuso la voluntad del gobernador en turno para postular a su amigo Roberto Borge, decisión que casi termina en golpes entre Karpov y Kasparov.