Ignoro si es que no se dan cuenta o si de plano es un alarde de provocación. A ojos públicos es el gobierno quien se exhibe como represor de su propia gente. De los maestros en este caso, aunque se les acuse de intransigentes. ¿O es el precio por pagar?
Quien usa la vía de la represión distorsiona el tema (la reforma educativa en esta ocasión), pierde la batalla mediática y termina por estancar y neutralizar el tema principal por medio de negociaciones que nada tienen que ver con el objetivo progresivo que se pretendía. Es una constante que en México debería tener patente.
¿Es la reforma educativa una propuesta progresista? No lo ha demostrado. Coincido en que tiene más cara de ajuste administrativo y laboral. ¿La letra y la reforma con sangre entran? A fuerzas ni los calcetines: un tema que debió adquirir el mayor consenso nacional se ha impuesto en la formalidad atendiendo a urgencias y presiones internacionales y a las pretensiones políticas de quienes lo proponen.
¿O será pura necedad de un grupo disminuido de mentores que lo único que defienden son sus privilegios laborales sin ofrecerle un esfuerzo nuevo al país y sus infantes? Voy a conceder: aunque fuera cierto, se les responde con el conocido y perverso juego de llamarlos a negociar, atorar el diálogo, forzar la provocación, reprimir acusándolos de intransigentes y volver a llevarlos a la mesa para resolver un híbrido que no será, seguramente, que acepten la reforma educativa como está. Es el circulo vicioso que se repite con aparente amnesia.
Justo el punto dónde más me brinca la duda ya que, mientras tanto, la oferta educativa pública deteriora sus estándares y cede -un día y el que sigue- más y más espacio en todos los niveles a la intromisión de la propuesta privada, en muchos casos ideologizada y confesional.