CARLOS GORDOA
El pecado electoral

Arrancaron las precampañas en Quintana Roo, cuando nos demos cuenta habremos pasado a la campaña constitucional, es decir, a los tiempos oficiales donde los partidos juegan con los candidatos seleccionados o finales, aunque para ser honestos esto de las “pre” y luego las “campañas oficiales o constitucionales” es sólo una práctica que permite alargar el periodo de exposición en los medios, sobre todo cuando hay candidatos de “unidad”. Aquellos candidatos que llegan a esta etapa “intermedia” o de precampaña, normalmente se quedan ciclados en el golpeteo del que fueron parte durante la carrera inicial (porque mediáticamente son golpeados pero también son golpeadores) y en medio de esa vorágine de desinformación caen en el pecado que no deben cometer, y esto es, olvidar el objetivo central: dirigir correctamente su mensaje. Como en todo proceso de comunicación, hay un emisor y un receptor, en este caso los candidatos se olvidan con demasiada frecuencia de que su receptor es el electorado y que si dirige su atención a sus opositores estará desperdiciando oportunidades de comunicarse con el votante. Cuando esto sucede, el elector u observador, se da cuenta con toda claridad de cuanto tiempo y atención has dedicado a tu opositor, en lugar de dedicarlo a detectar necesidades, generar propuestas de valor y a estar cerca de la gente; y esto al final siempre sumará o restará votos.